MADRID.-
Croissier fue el primer presidente del organismo supervisor.Y ostenta el honor de haber sido el único que ha repetido mandato al haberse mantenido al frente de la CNMV durante ocho años.Su vinculación con el PSOE hizo que Felipe González confiara en él el ministerio de Industria para después, en 1988, otorgarle la tarea de vigilar al mercado de valores. Una tarea apasionante para un parqué falto de transparencia y de modernización, que tenía que adaptarse a marchas forzadas a las directivas comunitarias.Aceptó con gratitud la confianza que el Ejecutivo socialista había puesto en él, pero apenas arrancó el nacimiento de la CNMV, cuando tres asuntos gordos le quebaron la tranquilidad: la intervención de Banesto y los escándalos Grand Tibidabo e Ibercorp. Sobre el vaciamiento patrimonial de las dos primeras entidades, la CNMV hizo lo imposible por recabar información sobre cada movimiento societario. Su actuación, sin embargo, fue polémica en el asunto Ibercorp, al trascender que el entonces gobernador del Banco de España, Mariano Rubio, tenía dinero negro invertido en el chiringuito financiero.
Un escándalo sobre el que Croissier se escudó alegando que, cuando sucedieron los hechos, la CNMV aún no se había creado. Esa situación dio alas al supervisor, que tuvo que regresar al Congreso para dar explicaciones sobre Gescartera en la comisión de investigación.Y es que en 1995, inspectores de la CNMV descubrieron irregularidades en la firma bursátil y el propio Crossier sancionó a la empresa, llamada entonces Bolsa Consulting, con 128 millones de pesetas (770.000 euros). Pero tampoco hubo castigo adicional ni intervención.
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