MADRID.-
La aparición de su nombre en el dietario de la presidenta de Gescartera, Pilar Giménez-Reyna, acabó con su breve mandato al frente de la CNMV. Ni siquiera llegó a celebrar el primer aniversario de su nombramiento cuando la investigación judicial del escándalo de la agencia de valores hizo saltar por los aires su reconocida carrera profesional. En octubre de 2001, Rodrigo Rato le entregó el testigo que dejaba Juan Fernández-Armesto.Y ocho meses más tarde, ella misma optó por intervenir la firma bursátil que transcurrido un trimestre la puso en la picota.
Valiente no tuvo más remedio que hacer honor a su apellido y sorportar las duras críticas que recibió al al trascender que no sólo recibió regalos de la cúpula de Gescartera, sino que mantuvo contactos con la misma para buscar una salida al agujero que arrastraba la compañía gracias a sus artimañas contables.Una vieja conocida para la responsable del organismo supervisor, al que la llegada del PP a La Moncloa supuso un punto de inflexión a su trayectoria.
Fue durante el mandato de José María Aznar cuando ocupó un sillón de consejera en la CNMV, un puesto que se ganó después de una larga travesía por la Agencia Tributaria que la hizo saltar a la fama, como directora general de Inspección. Desde ese puesto, Valiente investigó la famosa prescripción de más de 600 expedientes fiscales de la época de Felipe González que, según el PP, causaron un agujero a Hacienda de más de 1200 millones de euros. Un caso que fue archivado por Baltasar Garzón. También fue perito del caso Filelsa y pese a su empeño en combatir fraudes, aguantó el chaparrón hasta que el Gobierno le aconsejó la dimisión.
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