Los que conocen a Manuel Conthe se lo veían venir. Desde su llegada a la presidencia de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) hace 30 meses, los choques con el equipo económico de La Moncloa han sido constantes. «Demasiado ha aguantado», apunta un excompañero de fatigas de su etapa en la Dirección General del Tesoro Público. Finalmente, las formas y los modos en los que Enel-Acciona han irrumpido en el capital de Endesa han terminado por colmar la paciencia de abogado y economista del Estado, que, fiel a sus principios, ha decidido tirar la toalla.
Conthe llegó al organismo controlador en noviembre de 2004, repleto de ilusión y con un objetivo claro: hacer de la CNMV un órgano que estuviera a la altura de los supervisores de Estados Unidos, Londres o Alemania. Desde el primer día se lanzó a la lucha, confiado con el apoyo del mismísimo vicepresidente segundo y ministro de Economía, Pedro Solbes, y creyendo que en su labor contaría con todo el apoyo del Gobierno.
Comenzó a blandir su espada verbal y a aleccionar a todos los agentes que intervienen en el mercado: empresas, directivos, analistas, intermediarios financieros e incluso periodistas.Con lo que pronto comenzó a verse envuelto por la polémica y el enfrentamiento. No pasaba nada, Conthe, un luchador por naturaleza, sabía de antemano que la batalla no iba a ser fácil.
No contaba, sin embargo, con que muy pronto comenzaría a tener los primeros escollos dentro de casa. Bastaron unas cuantas reuniones para que se evidenciara un total distanciamiento entre el presidente de la CNMV y el vicepresidente de la entidad, Carlos Arenillas, hombre de Miguel Sebastián.
Alto y claro
Pero no pasaba nada, en cada una de sus intervenciones, Manuel Conthe seguía hablando alto y muy claro. Defendía sus puntos de vista con ardor de guerrero, a modo de reprimenda, y siempre poniendo como ejemplo a la Comisión de Valores estadounidense (SEC) o al organismo supervisor británico.
Las amonestaciones de este madrileño a punto de cumplir los 53 años, casado y con tres hijas, eran constantes y no se salvó de ellas ni el mismísimo presidente de la Bolsa española, Antonio Zoido, al que instó, en varias ocasiones y públicamente, a que siguiera las prácticas del buen gobierno.
Incluso se enfrentó, en plena OPA de Gas Natural sobre Endesa, con su tocayo Manuel Pizarro, lo que provocó que se le tachara de arrogante, de escaso cuidado por las formas e incluso motivo que el PP pidiera su dimisión en defensa de la «imparcialidad de la CNMV». «Las críticas a los cargos públicos pueden ser socialmente útiles, aun siendo injustas», señaló entonces parafraseando al filósofo Jeremy Bentham.
El seguía fiel a su estilo. Estaba acostumbrado a los enfrentamientos.No hay que olvidar que sus críticas sobre el funcionamiento del Banco Mundial le costaron la vicepresidencia del organismo en 2001.
Conthe podía hacer frentes a todas lo reproches o censuras que le hicieran. Él seguía trabajando. Cada mañana, llegaba de los primeros a la sede de la CNMV en el Paseo de la Castellana y se iba de los últimos. Sin embargo, Conthe no estaba dispuesto a tolerar que le mangoneara el Gobierno, ni a permitir que el organismo supervisor que controlaba dejara de lado la ley que rigen los mercados de valores con el fin de facilitar la victoria a Enel-Acciona en la guerra por el control de Endesa.
El pasado 23 de marzo se encontró con que no tenía el respaldo de ningún miembro del consejo en su deseo de sancionar a Enel y Acciona por su irrupción en el capital de la primera eléctrica española. Su sentido de la equidad, la justicia y la dignidad se vieron golpeados. Desde entonces, los acontecimientos no han dejado de dar vueltas en su cabeza. No estaba dispuesto a que pisotearan su integridad. Mejor irse. Al fin y al cabo, su sueño de conseguir una CNMV de gran talla internacional estaba ya roto.