Martes, 3 de abril de 2007. Año XIX. Número: 6.316.
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Egibar replica a Imaz que antes de pactar con España, ésta debe respetar al pueblo vasco
Asegura que si no reconoce sus derechos él no va a perder «ni medio minuto» en tratar de «cautivarla»
MARCOS IRIARTE

BILBAO.- En el PNV hay dos formas distintas de entender la relación que el País Vasco debe mantener con España. Así se desprende, al menos, al contraponer el discurso oficial de su presidente, Josu Jon Imaz, quien habla de «cautivar a España» y de entablar con ella un pacto de «lealtad», con el discurso de Joseba Egibar, líder los jeltzales guipuzcoanos y quien ayer matizó a su presidente que, «antes de cautivar» a España y pactar nada con ella, habrá que exigirle que «respete» los derechos de los vascos.

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Egibar se mostró contundente ante una afirmación de Imaz que ha levantado cierta polvareda en los sectores más duros del PNV: «Antes que intentar cautivar a nadie, le exigiría respeto, porque si no me respetan, no voy a perder ni medio minuto en tratar de cautivarles», advirtió.

Las palabras de Egibar, pronunciadas en una entrevista concedida a Radio Euskadi, se referían a la propuesta de Imaz de entablar un pacto de «lealtad» con España con el objetivo de avanzar hacia un «Estado plurinacional» que funcione de forma similar al Concierto Económico, con un sistema de «doble llave» entre Estado y Comunidad Autónoma.

Esta propuesta de Imaz, planteada por primera vez el pasado mes de febrero durante un desayuno del Fórum Europa, y abordada de nuevo hace dos semanas en una conferencia de la Fundación Sabino Arana, ha levantado suspicacias dentro de su partido entre quienes ven en este planteamiento el abandono definitivo del plan Ibarretxe como fórmula.

Egibar, quien desde la salida de Xabier Arzalluz encabeza el sector más crítico del PNV con la línea oficial, apuntó que en las relaciones de los pueblos, al igual que a su juicio ocurre en las relaciones personales, «para poder querer a alguien, primero le tienen que conocer y luego que respetar».

«Y con España, que ya la conocemos», advirtió, «no se produce ese escenario de respeto mutuo». A su juicio, España debe mostrar ese respeto al pueblo vasco «como sujeto de derechos» y hasta que no lo haga, él no va «a perder ni medio minuto» en tratar de «cautivarla».

Egibar abogó por la redefinición del Estado desde la base del derecho a la autodeterminación de todas las expresiones nacionales que, a su juicio, lo configuran, y exigió el respeto previo del pueblo vasco «como sujeto de derechos».

Pero Imaz no parece plantear los mismos pasos. Según ha defendido en sus últimas intervenciones públicas, el País Vasco «debe buscar aliados en el seno de la sociedad española», más allá de catalanes y gallegos, ya que «nadie busca irse de aquel entorno en el que se le acepta como es». Sobre la mesa, propone una especie de «concierto político» que pasaría por aplicar la formulación de «doble llave», de manera «que el cofre sólo pueda ser abierto de forma conjunta» por las instituciones vascas y españolas.

La búsqueda de este «pacto» con España en clave de «lealtad» ha puesto en guardia a los sectores del PNV que ya veían poco ambicioso el hoy desterrado plan Ibarretxe. Este particular tira y afloja sobre el futuro modelo de relaciones con el Estado se produce a menos de un año vista del proceso electoral interno en el PNV y con la herida todavía reciente del caso Jauregi.

Y es que lo ocurrido en el seno del PNV en Guipúzcoa -calificado como una actitud «propia de la mafia calabresa» por el presidente del PNV en Alava, Iñaki Gerenabarrena- ha sacado a la luz la cara más encarnizada de la pugna por el poder de Sabin Etxea que mantienen los sectores de Imaz y de Egibar.

La candidatura de Jon Jauregi, propuesta por Egibar en detrimento del actual diputado general Joxe Joan González de Txabarri, afín al sector oficial, tuvo que ser retirada después de que se filtraran a la prensa ciertas irregularidades fiscales del ya ex candidato; una filtración que el sector de Egibar no dudó en situar dentro del partido y que despertó una dura tormenta política que terminó con la retirada de Jauregi. Hoy, los dos sectores parecen haber cerrado filas en torno a Markel Olano y enterrado el hacha de guerra, al menos, hasta después de los comicios de mayo.

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