MADRID- Los dirigentes de Guinea-Conakry no han autorizado de momento el desembarco de los 300 asiáticos que viajan a bordo del buque Happy Day, de bandera norcoreana. El barco negrero se encuentra fondeado frente a la bahía del puerto de Conakry y no se le ha permitido atracar, según informó a este diario la cónsul del país africano en Las Palmas de Gran Canaria, Alicia Navarro.
El Ministerio de Asuntos Exteriores anunció el pasado lunes que había logrado un principio de acuerdo con el Gobierno de este país para que permitiese descender a los 300 sin papeles del Happy Day. La nave fue interceptada el pasado jueves 22 de marzo por una patrullera italiana de la Agencia Europea de Fronteras (Frontex).
Exteriores confiaba en que, tras las gestiones diplomáticas, Guinea-Conakry accediese al desembarco y que la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) se hiciese cargo de las repatriaciones.
Sin embargo, una vez más, las previsiones de Exteriores se han venido abajo y el Ministerio ayer se desmarcaba del problema. Un portavoz del Departamento aseguró que España ya no tiene competencias en el asunto y que el único interés del Gobierno es que el barco con 300 inmigrantes irregulares no arribe a las costas canarias.
Visita al buque
Exteriores señaló que lo que suceda ahora con el buque es un problema de la tripulación y del Gobierno de Guinea-Conakry. No obstante, este Ministerio ha solicitado formalmente al país africano que ejerza acciones legales contra la tripulación del barco, procedente de Georgia, por trata de seres humanos.
El Happy Day llegó el jueves 29 a las costas guineanas y una delegación del Ministerio del Interior del país africano subió a bordo para tomar las pruebas que demuestren que el buque salió de sus costas.
Las autoridades de Guinea-Conakry -país que acaba de salir de un estado de sitio con motines que han costado la vida a 113 personas- están esperando para tomar una decisión, ya que quieren que quede acreditado que la nave partió de su litoral, porque, en caso contrario, no autorizarán el desembarco.
Exteriores opina que está suficientemente acreditado que el barco salió de este país, ya que las Fuerzas de Seguridad llevaban tiempo siguiéndole la pista y sospechaban que las mafias habían estado introduciendo inmigrantes en el buque, en la bahía de Conakry.
La nave fue interceptada por el Frontex en aguas de Senegal, país que rechazó hacerse cargo de los sin papeles. Tras pedir permiso a la Embajada de Corea del Norte, los miembros de la patrullera italiana Dáttilo subieron a bordo del Happy Day y comprobaron que trasladaba a 300 asiáticos.
Ante la negativa de Senegal, se decidió que el barco debía dar la vuelta y retornar hacia Guinea-Conakry. Los medios del Frontex lo escoltaron a lo largo de las costas senegalesas, pero una vez que llegó a las aguas de Guinea-Bissau se replegaron, puesto que en este país no tienen permiso para operar. El buque estuvo varios días sin ser escoltado, por lo que se dudaba de si llegaría a su destino, hasta que finalmente arribó a Guinea-Conakry.
El caso del Happy Day es diferente del Marine I, ya que este último tenía una avería en el motor y había que socorrerlo por razones humanitarias. Casi dos meses después, todavía quedan en Mauritania 23 inmigrantes, de los 369 que viajaban en el Marine I, que no han podido ser identificados.
Este grupo de 23 sin papeles iba a ser enviado a Melilla, pero tras la publicación de la noticia en EL MUNDO se ha paralizado el traslado. El Gobierno busca ahora otra alternativa y pretende que sea un tercer país africano el que acepte a los inmigrantes, que son de origen indio o paquistaní.
Estos sin papeles se han negado a colaborar con la Policía y han presentado máximas dificultades para su repatriación. Por este motivo, el Ejecutivo intenta evitar difundir la idea de que el que aguanta y el que menos colabora es quien al final consigue su objetivo de llegar hasta España.