MARISA CRUZ. Enviada especial
LA HABANA.-
La mano tendida del Gobierno español hacia el régimen cubano se llevó, incluso antes de iniciarse la visita oficial de Miguel Angel Moratinos, un regletazo en la palma abierta.
El Ministerio de Asuntos Exteriores, pese a poner todo su empeño -varios diplomáticos pendientes en Madrid y en La Habana y gestiones personales y por escrito de alto nivel-, no consiguió que Cuba diera el visto bueno a la presencia en la isla de todos los periodistas españoles interesados en cubrir la visita.
Nada más hacerse pública la intención de Moratinos de viajar a Cuba, Exteriores envió una nota verbal a las autoridades de la isla con el nombre de la veintena de redactores, cámaras de televisión y productores de los diferentes medios de comunicación españoles interesados en cubrir informativamente el viaje desplazándose desde Madrid. Este tipo de listas, avaladas por el Ministerio, no encuentra nunca trabas de los países que se visitan.
En Cuba las cosas fueron de otra forma. Tres medios no lograron el imprescindible permiso de las autoridades. Uno, finalmente, consiguió después de varios contactos personales de los asesores más estrechos del ministro con las autoridades cubanas el problemático visado, aunque sin posibilidades ya para llegar a tiempo a las dos jornadas de visita oficial. Los otros dos medios -Catalunya Radio y Onda Cero- no alcanzaron su propósito.
'Vuelva usted mañana'
El método de La Habana no ha contemplado, en esta ocasión, la negativa expresa a conceder el permiso. Simplemente se han limitado al consabido vuelva usted mañana, pero repetido hora tras hora, para alargar el proceso hasta la extenuación y provocar el abandono por aburrimiento. Sin más. EL MUNDO logró su permiso cinco horas antes de la salida del vuelo Madrid-La Habana, tras dos días y medio de continuas gestiones y llamadas.
En medios diplomáticos españoles, y de manera oficiosa, se expresaba malestar por este gesto de clara desconfianza, poco habitual en las relaciones entre países que, a menudo y de cara a la opinión pública, aluden a sus «estrechos lazos históricos y culturales». La soberanía del Gobierno cubano para permitir o no la entrada de extranjeros nunca ha sido cuestionada, ni lo será, por ningún Ejecutivo español, pero entre bambalinas se admite que estas expresiones de recelo no contribuyen a generar un clima de entendimiento y diálogo.
La prensa española cumplió, nada más llegar a La Habana, con el requisito imprescindible de registrarse en el llamado Centro Internacional de Prensa para obtener autorización, previo pago de 60 pesos convertibles (cerca de 50 euros), para poder ejercer hasta mañana su trabajo.
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