J. M. VIDAL / R. J. ALVAREZ
MADRID.-
Los 18 medios de comunicación que ayer por la mañana se acercaron a San Carlos Borromeo, la parroquia de la Teología de la Liberación cerrada por la jerarquía eclesiástica, querían saber lo mismo que horas después se preguntaba el Arzobispado de Madrid: «Estamos a la espera de una respuesta de los sacerdotes. Lo más prudente es que contesten a la petición de que sigan dedicándose a los pobres en los locales de la parroquia, cedidos a Cáritas».
Mientras los tres curas reaccionan a la orden del cardenal Rouco Varela, la iglesia de base de Madrid se solidariza con ellos y proclama que el caso es ya un símbolo de la lucha entre dos formas de vivir la fe en Jesucristo. Y los marginados, a los que los tres curas cedieron las llaves de la parroquia anteayer, anuncian resistencia: «Si quieren que nos vayamos tendrán que venir a echarnos», dicen grupos de madres contra la droga, inmigrantes, ex presos, sin techo, parados o toxicómanos.
El pasado martes, el Arzobispado de Madrid dijo a Javier Baeza, Pepe Díaz y Enrique de Castro que la liturgia y la catequesis de la parroquia no son «eclesialmente homologables» y que los locales han sido cedidos a Cáritas. Entre otras cosas, Rouco no soporta que los curas celebren la Eucaristía vestidos de calle, que el templo no tenga sagrario o que se comulgue con bizcocho en vez de con hostias. En cambio, las misas siguen los pasos clave de la ortodoxia litúrgica: hay acto previo de contricción, lectura del Evangelio, homilía, Padrenuestro, consagración del cuerpo y sangre de Cristo y comunión.
En una nota de ayer, el Arzobispado asegura que San Carlos Borromeo quedó «eximida de las responsabilidades pastorales» en 1985 y que desde entonces se dedicaba «exclusivamente» a los marginados. La nota informa de que los feligreses de la zona «quedan incorporados canónicamente» a dos parroquias limítrofes. O sea, San Carlos Borromeo desaparece como templo, lugar de oración y espacio de celebración eucarística. O sea, se cierra.
¿Podrán los tres sacerdotes celebrar la misa en esta Semana Santa?, preguntó ayer EL MUNDO al delegado episcopal para la Vida Religiosa del Arzobispado de Madrid, Joaquín Martín Abad. «Mientras el decreto del Arzobispado no sea firme, lo pueden hacer, pero lo prudente es que respondan cuanto antes al obispo. No están en comunión doctrinal con el magisterio de la Iglesia, ni celebran la Eucaristía y los demás sacramentos como manda la Iglesia».
¿Y si deciden no hacer caso al cardenal? «Se les tendrá que amonestar, intentar reconducirlos, enviarles a intermediarios para que les ayuden a mantenerse fieles a la Iglesia y, si persisten, pensar en las medidas adecuadas», dijo el portavoz de Rouco. Es decir, desde la simple amonestación a la suspensión a divinis, la prohibición de ejercer el sacerdocio.
En el otro lado de la Iglesia, Evaristo Villar, uno de los líderes de Redes Cristianas (147 grupos de base de toda España), afirma que los colectivos progresistas están listos para encerrarse en el local y defenderlo «hasta el final y sin violencia». «Lucharemos por la parroquia de Entrevías y si Rouco quiere cerrarla que nos eche o mande a la Policía», proclama.
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