JUAN I. IRIGARAY. Especial para EL MUNDO
BUENOS AIRES.-
El presidente argentino, Néstor Kirchner, faltó ayer al acto oficial del 25º aniversario de la ocupación de las Falkland o Malvinas por temor a la lluvia de abucheos que, según se suponía, iba a recibir de parte de funcionarios y profesores en conflicto laboral.
El 2 de abril es fiesta nacional en Argentina porque se celebra el Día del Veterano de Guerra. Y aunque el propio Gobierno organizaba la ceremonia, esta vez en la ciudad de Ushuaia, la más próxima a la colonia británica, Kirchner se quedó dentro de su casa de fin de semana, en la provincia de Santa Cruz.
En esa provincia patagónica los docentes y funcionarios llevan semanas de huelga para reclamar mejoras salariales. Como el Gobierno mandó a la Gendarmería (equivalente a la Guardia Civil) a ocupar las escuelas, los sindicatos ya hablan de «militarización». Y habían avisado que marcharían a Ushuaia a protestar frente al presidente.
Así que Kirchner tomó nota del aviso y, precavido, en un año electoral en el que jugaría su oportunidad a la reelección, optó por dar calabazas a sus ministros y al público reunido en Ushuaia, en total unos 5.000 concurrentes, sobre todo veteranos, ex militares y curas que cumplieron el rito malvinero de cantar himnos patrióticos. En lugar de Kirchner, lo encabezó el vicepresidente Daniel Scioli -un deportista convertido en político por obra y magia del ex presidente Carlos Menem- al cual el presidente suele usar de comodín cuando tiene pereza de asistir a cumbres, actos o compromisos sociales.
A Scioli le tocó repetir el latiguillo oficial de siempre: «Las Malvinas son, siempre lo fueron y serán argentinas». O sea, la misma declamación de todos los gobiernos civiles en Argentina, que parecen no enterarse del error de la dictadura al invadir las islas y siguen evocando aquella tragedia.
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