Coño, igual que la Falange de los viejos tiempos superados. Otegui, cara al sol con la camisa nueva, le ha hecho un guiño a Zapatero, ha instalado en el logotipo una rosa -eso sí, la comunista de cinco puntas- y se ha sumergido en el himno falangista para acuñar su eslogan propagandístico de la campaña electoral: «Ya llega la primavera».
Hubo un tiempo en que algunos falangistas obligaban en colegios y universidades a los que no lo eran a alzar el brazo y cantar el Cara al Sol. Al que se resistía le vejaban. Si se declaraba juanista, le pegaban sin piedad. Satrústegui y sus jóvenes, entre ellos Leopoldo Calvo-Sotelo, libraron más de una batalla campal contra los falangistas en el paseo de la Castellana.
Pues bueno. El que se sometía a la coacción falangista tenía que cantar lo que ahora ha copiado Otegui, tan desbordante él de imaginación: «Volverá a reír la primavera que por cielo, tierra y mar se espera», es decir, casi lo mismo que el «Ya llega la primavera» del calco batasuno.
El nuevo totalitarismo que amenaza a las provincias vascongadas está ya en marcha. El Estado de Derecho ha declarado ilegal a Batasuna, como parte de la banda terrorista Eta. Batasuna se pasa por el forro del Gobierno socialista el Estado de Derecho.Con el mayor descaro convoca conferencias de prensa, participa en manifestaciones, organiza actos electorales, anuncia a bombo y platillo su programa, amenaza con «sin Navarra no hay proceso de paz», mientras sus dirigentes se pasan el día en las televisiones públicas chupándoles la cámara a los líderes de los partidos legales. Otegui, en efecto, no es español porque la ley es igual para todos los españoles menos para Otegui, reverenciado por el fiscal general del Estado, que evita que los jueces de la Audiencia Nacional le instalen decorosamente en la cárcel.
Al término de la segunda legislatura de Aznar, Eta estaba moribunda, su brazo político Batasuna maniatado, la kale borroka enmudecida.Pero llegó Zapatero, el faro de Occidente, el pontífice de la Alianza de Civilizaciones, el mesías de la paz en Oriente Medio, y resucitó a Eta, liberó de ataduras a Batasuna y permitió la reanudación de la actividad de esos chicos, los cachorros etarras de la kale borroka.
El entorno de Pepiño Blanco asegura que, democráticamente, no se debe impedir que los votantes de Batasuna emitan su voto.Pero ¿qué voto es ese con las pistolas sobre la mesa, la coacción violenta en cada urna, la sombra del terror oscureciéndolo todo? ¿Qué votarían de verdad los actuales electores de Batasuna si no se hubieran producido 30 años de coacción y violencia? El País Vasco vive bajo la dictadura del miedo. Aceptamos, no se sabe por qué, que las elecciones que allí se celebran son democráticas.Y no lo son. El libre juego político está fragilizado por tres décadas de actividad terrorista que han asustado a unos, coaccionado a otros, atraído a no pocos que se alinean con los abertzales para salir del campo de tiro etarra.
«Volverá a reír la primavera» falangista. «Ya llega la primavera» batasuna. Eso sí que es memoria histórica. De un totalitarismo a otro, al contrario, que se ha envainado provisionalmente, por razones electoreras, el hacha y la serpiente. Y Zapatero tocando la lira en Moncloa, entusiasmado consigo mismo y con el esplendor de su gloria. Todavía no se ha dado cuenta de que es el esplendor del incendio.
Luis María Anson es miembro de la Real Academia Española.