Tony Scott fue protagonista activo de la segunda gran época dorada del jazz, la que vivieron capitales como Nueva York mediado el siglo pasado. Al final de su carrera, sin embargo, su espíritu viajero, casi enfermizo, también lo colocó en los márgenes de la música folclórica y espiritual, incluso de la llamada new age, pero para entonces su clarinete ya se había hecho respetar por la gran familia del jazz. El músico norteamericano falleció el viernes pasado a los 86 años de edad en Roma, ciudad donde residía desde la década de los 70.
Tony Scott (Morristown, Nueva Jersey, 1921) cursó estudios musicales en la prestigiosa Juilliard School de Nueva York entre 1940 y 1942, alternando los libros con actuaciones en locales emblemáticos como el Minton s Playhouse. Antes de que cumpliera el servicio militar en Europa del Este, lo que luego se traduciría en su constante vértigo viajero, el clarinetista se empleó a fondo en los ambientes del bebop, actuando junto a leyendas vocales como Billie Holiday o Sarah Vaughan e instrumentistas maestros como Dizzy Gillespie, Duke Ellington, Buddy DeFranco, Ben Webster o Buddy Rich. Igualmente, participó en ese nuevo lenguaje que auspiciara el pianista Lennie Tristano y universalizara el trompetista Miles Davis, el cool jazz, colaborando con algunos de los iconos de este latido jazzístico como los pianistas Bill Evans o Claude Thornhill.
El sonido del clarinete, que había sido el instrumento rey durante la época de las grandes orquestas de swing, desafortunadamente no tuvo mayor incidencia en los universos del mencionado bebop, por lo que Tony Scott acabó entregándose a su otra gran pasión: los viajes. Fue así como en los años 60 entregó varios discos inspirados en músicas orientales, caso de títulos tan reveladores como Music for Zen Meditation, Music for Yoga Meditation and other Jopys o Homage to Lord Krishna, todos ellos publicados en el prestigioso sello Verve. En la década siguiente, los 70, el artista se estableció en Italia, donde llegó a dirigir musicalmente a Harry Belafonte bajo el seudónimo de Anthony Sciacca. Posteriormente, sus andanzas se trasladaron al continente africano, que sirvieron de excusa perfecta para grabar otros álbumes manifiestos como African Bird: Come back! Mother Africa. Paralelamente, el artista siguió con su particular busca del trance musical a través de registros como Astral Meditation, del que firmó dos series discográficas.
A pesar de estas miradas permanentes a las culturas oriental y africana, que muchos metieron en el engañoso saco de la new age, Tony Scott recuperó su fuego jazzístico más noble a finales de los 90. De este modo, entre producciones más recientes figuran tres homenajes discográficos a Billie Holiday, así como el que a la postre ha sido su último registro, cuyo título parecía un epitafio: A Jazz Life; acompañado por el saxofonista tenor Ben Wendel y el trompetista Shane Endsley, entre otros, el propio Scott impuso una fiesta amenizada por piezas ellingtonianas (Caravan, Come Sunday, Satin Doll) y clásicos del ayer y hoy (Summertime, You Don't Know What Love is, Body and Soul, Round Midnight, A Night in Tunisia, entre otras).
Tony Scott, clarinetista, nació en Morristown (Nueva Jersey, EEUU) en 1921 y falleció en Roma el 30 de marzo de 2007.