Después de partirse la crisma por una caída en las islas Fiyi el año pasado, el guitarrista de los Rolling Stones, Keith Richards, de 63 años, escribe otra página en su particular leyenda al asegurar que se esnifó durante una larga noche de juerga las cenizas de su padre, fallecido en el 2002, informa Efe. Una afirmación de la que ayer salió al paso una de las representantes del músico: «Él ha dicho que sólo fue una broma», comentó.
Sin embargo, a la pregunta de qué es lo más raro que ha esnifado nunca contestó: «Mi padre. Me esnifé a mi padre», confiesa el rockero sin pudor ni empacho alguno en una entrevista que publicaba ayer la revista británica de música juvenil New Musical Express, y en la que Richards aborda su amplia relación con las drogas y su particular manera de despedir de este mundo a quien fuera su progenitor, Bert, quien murió en 2002 a la edad de 84 años.
«Él fue incinerado y no pude resistir hacerme un tirito [dosis para esnifar] con él. A mi padre no le habría molestado, no le importaba una mierda nada de eso», añade el músico británico, quien también relata la que él considera su peor experiencia con las drogas y sus derivados.
«La vez que peor lo he pasado fue cuando alguien me puso estricnina en mi droga. Ocurrió en Suiza. Estaba en muy mal estado, pero consciente. Podía escuchar a todo el mundo cómo me decían, señalándome: 'Está muerto, está muerto', pero yo pensaba: 'Eso no es verdad. No estoy muerto, no estoy muerto'», explica en el New Musical Express.
Richards afirma sentirse muy disgustado y contrariado por haber salido de la lista de personajes con más posibilidades de morirse en los próximos 10 años y, desafiante y vengativo, casi kamikaze, asegura haber asistido al funeral de un médico que le pronosticó seis meses de vida en una ocasión hace años.
«Los obituarios me interesan estos días. No creo en los doctores. No hace falta decir que hay algunos buenos, pero en términos generales no, no los creería en absoluto», apunta.
El guitarrista cree que el rockero Pete Doherty podría ser la próxima víctima de las drogas y le exige que «cierre la boca» y «deje en paz» a su novia, la modelo Kate Moss.
«Kate quiere jugar con niños malos, y lo ha hecho con uno, y luego con otro, y luego otro más, pero ella sobrevivirá y los chicos morirán», profetiza Richards, que ha hecho mili en el lado salvaje por décadas. A pesar del dudoso ejemplo que ofrece con esta entrevista y de forma completamente incoherente con su reconocida trayectoria, Richards recomienda a los rockeros jóvenes que no tomen drogas porque él lo hizo a su manera y ahora, dice, «la gente cree que es un modo de vida».
Sobre el incidente que obligó a suspender los conciertos de su banda previstos para mayo de 2006 en Madrid y Barcelona y por el que se le tuvo que operar en el cerebro, Su Satánica y Alucinógena Majestad explica que no trepaba por un cocotero, como se dijo, sino que estaba sentado en un arbusto del que, repentinamente, se cayó.
«Fue una experiencia bastante interesante, sobre todo por la cirugía en mi cerebro, que hizo que mis pensamientos volaran por él. Tengo fotos de ello. Me cortaron la cabeza, el cerebro, abrieron el cráneo, entraron y sacaron la mierda, y volvieron a meter algo de nuevo», dice a modo de explicación.
Keith Richards, por lo demás, opina que los grupos de rock actuales, como The Libertines, Arctic Monkeys, The Strokes y Bloc Party son un «montón de mierda» porque intentan, según él, ser algo que no son. Él se esnifó a su padre, con lo que a estas alturas, sobrepasada además la sesentena y con la enésima gira de The Rolling Stones a punto de comenzar, debe de tener muy claro quién es.