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Es un delito renunciar a ser útil a los necesitados y una cobardía ceder el paso a los indignos (Epícteto) |
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'Speedy' ya es alemán |
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CASTRO, DE PADRES ANDALUCES, BRILLA EN EL LEVERKUSEN, QUE HOY RECIBE A OSASUNA LA SEMANA PASADA DEBUTO CON LA 'MANNSCHAFT' |
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EDUARDO J. CASTELAO
Durante la Copa Confederaciones que se jugó en Alemania hace dos años, Gonzalo Castro (Wüppertal, 1987) fue invitado a entrenar con la selección brasileña. En el partidillo que dispuso Parreira, al chico, entonces con 17 años, le tocó marcar a Ronaldinho, y el crack del Barça sudó como si fuera un encuentro oficial. Castro, sin embargo, guardó en su memoria cada uno de los movimientos del astro, y pensó: «Si trabajo duro, yo también podré hacerlo». Hoy, contra Osasuna (19.00 h., C. Plus), tendrá difícil demostrar si lo ha conseguido, pues su papel en el Bayer Leverkusen lo interpreta en el lateral derecho.
Gonzo -como se le conoce allí- es un alemán con acento gaditano, heredado de su padre, nacido en La Línea de la Concepción. Junto a su madre, granadina, buscaron un futuro mejor y se instalaron en una pequeña ciudad del oeste alemán. Allí, entre tiempos duros y mucha nieve nació Gonzalo, que se fue haciendo futbolista desde bien pequeño en clubes como el SV Wüppertal, el Viktoria Rott y el Bayer Wüppertal, antes de que los ojeadores del Bayer Leverkusen, con 12 años, lo reclutaran para sus categorías inferiores.
Cinco años después logró debutar en la Bundesliga. Lo hizo de la mano de Klaus Augenthaler, piloto de la renovación del equipo tras la marcha de algunas de sus figuras -Bastürk, Lucio, Ballack...-. Se aproximaba el momento de tomar la decisión más importante de su vida. Al tener la doble nacionalidad, podía jugar con la selección española o con la alemana. Se inició entonces una carrera en la que su padre quiso ahorrarle al chico el difícil trago de decidir.
Mandó una carta a la Federación Española explicando la situación y... no recibió ninguna respuesta. Debutó en la Liga de Campeones con 17 años -en un partido de octavos de final contra el Liverpool, después campeón-, y entonces la selección sub'19, dirigida por José Armando Ufarte, lo llamó para una concentración. Estuvo entrenándose durante una semana en Madrid, en la Ciudad del Fútbol, pero no llegó a jugar ni un minuto en partido oficial. Pocos meses después, el entonces seleccionador sub'21 alemán, Dieter Eilts, le dio un ultimátum, y escogió el camino alemán. «Fue la decisión más difícil que he tomado en mi vida», reconoce ahora el chico, que sólo viene a España de vacaciones, concretamente a Girona.
Apodo. Estudiante de Educación Física, su despliegue en el campo le ha valido el apodo de Speedy, nacido en el propio vestuario del Bayer Leverkusen, donde es titular indiscutible, y forma, junto a Simon Rolfes, Stephan Kiessling y el portero René Adler, una columna vertebral que apenas rebasa los 20 años. No niega que le hubiera gustado jugar con España, pero visto lo visto las cosas no le han ido mal. El miércoles de la semana pasada, Joachim Löw, seleccionador alemán, le hizo jugar 19 minutos con la absoluta. Fue en un amistoso contra Dinamarca, que la Mannschaft perdió.
«Soy una mezcla de Makelele y Xavi Hernández», dice de sí mismo, siempre y cuando le permitan jugar en la posición en la que creció, ocupando uno de los dos puestos en el centro del campo. A los 19 años ya sólo piensa en alemán, habla en alemán, siente en alemán. «Mi objetivo es ir a la próxima Eurocopa, sería cumplir un sueño», confirma un niño codiciado en el mercado europeo, con contrato hasta 2010 en el equipo cuyo director deportivo, el ex jugador y seleccionador alemán Rudi Völler, no tiene sino elogios para su perla: «Espero mucho de él».
Hoy será uno de los elementos a seguir en un colectivo, el Leverkusen, que camina quinto en su torneo y que ha depositado en la Copa de la UEFA -donde fue campeón en 1988 en aquella final contra el Espanyol- toda la ilusión de la que dispone este año.
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