Mientras la alerta por el desbordamiento del Ebro va perdiendo fuerza, se vuelven turbulentas las aguas de la política. El PP aprovechó ayer la crecida para insistir en la idoneidad de trasvasar recursos de este río al Júcar y al Segura, proyecto popular derogado por el actual Gobierno socialista.
El principal partido de la oposición (respaldado por los regantes) ha hecho cálculos para demostrar que, con la cantidad de agua desembalsada esta semana, se «habría resuelto por tres años» el problema de abastecimiento en Levante de haber sido construida esta infraestructura.
Así, la ex ministra de Medio Ambiente Elvira Rodríguez -bajo cuyo mandato se promovió en Bruselas el trasvase- estimó que, en los últimos tres días, el Ebro «ha lanzado al mar cerca de 600 hectómetros cúbicos, un volumen de agua similar al que consume la Comunidad de Madrid en todo el año». «El haber paralizado la obra impide que, cuando haya agua de más, se pueda utilizar», manifestó Rodríguez, actual consejera de Transportes de la Comunidad de Madrid.
El PP ha pedido la comparecencia de la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, para que explique en el Congreso «si sigue pensando que el trasvase no es necesario y las desaladoras son la opción, ante las crecidas que está registrando el Ebro». IU también había solicitado esta comparecencia, pero para que informe de los proyectos de restauración que se están haciendo en este río.
La ministra comparecerá
«Compareceré en el Congreso», confirmó Narbona a este periódico, recogiendo el guante, mientras mantenía que «los ríos no se pueden regular ad infinitum» y decía que «es irresponsable» que el PP «haga demagogia» con la crecida.
Recordó que el agua de una riada «en absoluto se desperdicia» porque regresa a la tierra y recarga las reservas de los acuíferos. Además, sirve para mantener el ecosistema del delta del Ebro: el agua desembalsada arrastra enormes cantidades de nutrientes que son la base para el alevinaje y la puesta de huevos de la sardina y el boquerón.
«Hay una relación muy directa entre que haya una buena pesca y el número de crecidas», consideró Pedro Arrojo, profesor de Análisis Económico de la Unidad de Zaragoza y portavoz de la Fundación Nueva Cultura del Agua.
Para Arrojo, los cálculos del PP «ofenden a la inteligencia» y son «una tontería de una demagogia apabullante». «Es como decir que las sequías se podrían solucionar en el Levante almacenando las aguas de las inundaciones que provocan las gotas frías», añadió. El trasvase del Ebro se proyectó para ceder un máximo de 1.050 hectómetros cúbicos al año, lo que equivale a un desembalse de 33 metros cúbicos por segundo. «¿Cómo van a pasar los cerca de 3.000 metros cúbicos por segundo que está desembalsando el río, con esa potencia y a esa velocidad, por una conducción pensada para 33 metros cúbicos? No hay obra capaz de canalizar este volumen. Sería como intentar que un camello pasara por el ojo de una aguja», dijo.
Narbona advirtió ayer que, por culpa del cambio climático, las inundaciones van a ser más frecuentes a partir de ahora: «Los expertos no se esperaban que llegara tan pronto una riada de estas características. Esto es una señal de alerta que hay que tener en cuenta para extremar mucho más las medidas».