JAVIER ORTEGA. Corresponsal
ZARAGOZA.-
Lo importante es que se han salvado las poblaciones. Es lo que ayer repetían los alcaldes de los pueblos de la ribera del Ebro afectados por la crecida del río.
El agua no entró en los cascos urbanos ni fue necesario evacuar a los habitantes. Pero la avenida deja tras de sí miles de hectáreas de cosechas inundadas, y carreteras cortadas, así como destrozos en diques, infraestructuras, explotaciones ganaderas, acequias, caminos, riegos, instalaciones deportivas y parques públicos. Un verdadero desastre para gente que vive de la agricultura y la ganadería.
Existe gran malestar entre los vecinos y agricultores de la zona porque, después de la gran crecida de 2003, no se ha hecho nada: no se ha limpiado el cauce del río ni se han elevado las defensas, que cada vez son más débiles. Temen que no aguanten la próxima avenida.
La riada pasó ayer por los pueblos aguas arriba de Zaragoza con un caudal medio de unos 2.800 metros cúbicos por segundo y una altura de 7,5 metros. Hoy por la mañana llegará a la capital, donde la principal preocupación son las obras de la Expo. Se han levantado motas, diques y defensas para impedir que el agua llegue al recinto. Los sotos de ribera, los canales y balsas del Parque Fluvial y los sótanos de algunos edificios, como la Torre del Agua, ya se inundaron en la avenida de la pasada semana.
El operativo de vigilancia y el nivel de alerta 2 se mantendrá durante tres días más, pese a que se constata que los datos de la riada son cada vez más benignos.
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