COTE VILLAR
La historia del Cascanueces es conocida por todos los amantes de la escena. Un amable cuento con música de Tchaikovsky que comienza durante la entrega de regalos navideños de la familia Stahlbaum. La pequeña Clara es premiada con un muñeco no demasiado bonito que, sin embargo, exuda ternura. Así comienza una de las piezas del ballet clásico más populares del mundo. Aunque su lugar cronológico suele estar en Navidad -lo programan todas las capitales importantes-, este año, una versión muy particular acampa en el Teatro Madrid durante las dos primeras semanas de abril.
La leyenda del Cascanueces es una versión hablada y bailada del ballet de Tchaikovsky que, sin embargo, deja a un lado la coreografía original de Marius Petipa. El Ballet Madrid recrea el cuento de Hoffmann a través de la unión de distintos recursos escénicos, como son la música, la danza y lo más sorprendente: una película de animación que apoya toda la representación.
«Es la primera vez en el mundo que se hace una cosa así», explicó María Graciani, directora del Ballet Madrid. La escenografía es inexistente. Apenas algunos objetos van y vienen en un escenario vacío. Pero no está desnudo, ni mucho menos. La película que se proyecta a la espalda es el telón donde los dibujos animados interaccionan con los bailarines, el disfraz de un campo verde, el mundo imaginario de los juguetes de Clara. La proyección, que es el elemento diferenciador, «costó cerca de un año y la intervención de seis infografistas». Pero sobre todo costó desde un punto de vista coreográfico. Pascal Touzeau, el creador de los pasos, así lo confirmaba ayer a los medios: «Al principio luchaba con el poder de las imágenes, que se comían el trabajo de los bailarines, pero ahora he llegado a un pacto con ellas; es como una conversación entre las dos».
El primer acto, que en opinión de Touzeau, «no está a la altura de otras obras maestras de Tchaikovsky como El lago de los cisnes» ha sido reforzado mediante la coreografía y las proyecciones.
El resultado, dicen, deja boquiabiertos a los niños. La leyenda del Cascanueces ha sido vista, según Ballet Madrid, por más de 100.000 espectadores, aunque es la primera vez que se representa en la capital.
La compañía, residente en Galapagar desde hace unos meses, pone en escena a 15 bailarines y dos cover. «Es un trabajo muy físico para mi gente», explicó Touzeau, que recordó cómo ha evolucionado la pieza desde que hace tres años él la moldeara por primera vez: «Ahora sí que responde a las necesidades de los bailarines que tenemos, que necesitaban sobrevivir artísticamente. Hay escenas que son toda una explosión».
Aunque el ballet está enfocado a los niños, «no hay concesiones», comentó Graciani, responsable también del libreto. «Creo que al público hay que educarlo desde pequeño. Puedo decirles que los críos no pestañean en toda la representación».
La leyenda del Cascanueces.
Hasta el 15 de abril en el Teatro de Madrid (Avda. de la Ilustración, s/n).
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