Jueves, 5 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6318.
OPINION
 
Editorial
DUREZA EN ERMUA, LENIDAD CON OTEGI

Nuestra portada de hoy es un resumen muy gráfico del auténtico mundo al revés en el que se ha convertido la política vasca desde que los socialistas decidieron abandonar el consenso antiterrorista con el PP y aventurarse por el camino de la negociación con ETA y su entorno. Sin ese cambio, ni siquiera se habría votado en el pleno una propuesta como la que ayer aprobó el Ayuntamiento de Ermua solicitando al Foro que preside Mikel Buesa que deje de usar el nombre de la localidad.

La iniciativa salió adelante con los votos del PSE y los nacionalistas y con el de un edil del PP que poco antes había cesado en su militancia. La propuesta es especialmente inoportuna apenas 10 días después de la agresión a Antonio Aguirre, ejemplo más evidente del clima de persecución a la que el PNV y sus acólitos someten a a la asociación. Como bien apuntó ayer el Foro Ermua, ¿por qué nadie solicita al PNV que deje de apellidarse «vasco» y al PSE que borre de sus siglas el topónimo «Euskadi»?

Especialmente significativo es el caso del alcalde, el socialista Totorika, que participó en la creación del Foro hace nueve años y que ahora respalda con su voto un texto que acusa a sus miembros de «criminalizar el diálogo y la pluralidad». Es él y no ellos quien ha cambiado de postura y quien debe justificarse ante los ciudadanos. En cualquier caso, su actitud hay que inscribirla en el giro de los socialistas, que han pasado de mostrarse inflexibles con el entorno proetarra a respaldar la blandura de la Justicia para con sus dirigentes en aras de un proceso de paz al borde del colapso.

Sólo en este contexto cabe entender el que la Fiscalía haya vuelto a librar a Otegi de comparecer ante la Justicia. El Ministerio Público ha retirado otra acusación contra él y ha obligado al juez Marlaska a archivar la causa por el homenaje al etarra Arkaitz Otazua, en el que Otegi arengó a los asistentes diciendo que «la izquierda abertzale tiene un puño de hierro». O sea, la implacable ETA. ¿Cómo explicará el Gobierno ahora el espectáculo de una Fiscalía empeñada en allanarle a toda costa el horizonte judicial a quien aún hoy no condena los atentados? Después de las últimas detenciones, ni siquiera puede echar mano del proceso de paz para justificar lo que no es sino una nueva cesión a ETA. Los últimos hechos han vuelto a dejar en evidencia la candidez del Ejecutivo, que a estas alturas aún parece convencido de que puede amansar a los terroristas.

Mientras, crece el estupor ciudadano por el obsceno contraste entre la lenidad con la que el Gobierno trata a Otegi y el afán de sus compañeros del PSE de marcar distancias con los apestados del Foro Ermua, acorralados, agredidos y amenazados por defender la libertad en el País Vasco.

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