SERGIO PICCIONE
MADRID.-
La asamblea anual de accionistas fue dura para el presidente ejecutivo de DaimlerChrysler, Dieter Zetsche. La parte del accionariado presente en la sala de la gran exposición que el grupo tiene en Berlín, se mostró claramente favorable a una rápida venta de la filial estadounidense Chrysler. Y aunque no representara a una mayoría de los accionistas, son suficientemente poderosos como para que la dirección del grupo haya comprendido el mensaje. Tanto es así que Rudiger Grübe, el miembro del consejo de dirección de DaimlerChrysler ya está preparado para entablar negociaciones con las partes interesadas en adquirir Chrysler para poder tomar una decisión antes del final de abril.
Lo que si está claro es que DaimlerChrysler -nombre que la compañía mantendrá dado que sólo un 1,6% de los accionistas votó a favor de volver a la denominación de Daimler Benz- seguirá teniendo una participación en Chrysler para salvar la relación tecnológica existente con Mercedes, que es estratégica para el grupo.
Este es un motivo importante por el que podría negociarse la venta con Magna Internacional, un fabricante de componentes que tiene también capacidad de producción, y que tiene como principal cliente al grupo germanoestadounidense.
Otra posibilidad barajada podría ser Cereberus Capital Mangement, un fondo de inversiones con una fuerte especialización en el sector del automóvil que dirige un veterano de Ford, David Thursfield. Éste ha contratado a Wolfganf Bernhard para que dirija la operación de compra de Chrysler, de la que fue vicepresidente y mano derecha de Zetsche.
Estas son las principales opciones, aunque no hay que olvidar el problema del precio de venta. Los analistas conceden a la empresa un valor entre 4.600 y 6.000 millones. El alto precio no ha impedido ya los primeros movimientos. [La sociedad Tracinda, propiedad de Kirk Kerkorian, anunció ayer que ha ofrecido a Daimler 4.580 millones de dólares -3.431 millones de euros- por la empresa, informa Pablo Pardo. En la oferta de compra, Jerome York, la mano derecha de Kerkorian, advierte que es necesario «un enfoque a largo plazo» para resolver los problemas de la compañía y que «los resultados no llegarán rápidamente»].
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