Tony Blair apenas pudo gozar de la alegría provocada por el regreso a casa de los 15 marinos detenidos durante 13 días por Irán. El final feliz de una crisis que lo ha mantenido en tensión y le ha supuesto duras críticas de los medios de comunicación del Reino Unido quedó empañado por la muerte de cuatro militares británicos en Basora.
Los soldados -entre ellos dos mujeres- volaron por los aires cuando regresaban a su cuartel tras una misión rutinaria. Primero fueron atacados en el centro de la ciudad y luego, mientras pasaban por un punto angosto de la carretera del distrito de Hayaniyah, se produjo una fuerte explosión que destrozó su vehículo Warrior y dejó un inmenso cráter.
Cuatro de los militares y su acompañante, un intérprete de nacionalidad kuwaití, quedaron atrapados en el interior del blindado y murieron en el acto. Un quinto soldado resultó herido muy grave. El Reino Unido cuenta ya 140 muertos en la guerra de Irak, un conflicto que comenzó en la primavera de 2003 y que le ha supuesto un tremendo desgaste al premier británico.
Blair fue informado de esta tragedia minutos antes de que aterrizaran en Londres los 15 marineros retenidos durante 13 días en Irán. El primer ministro, que el miércoles daba la bienvenida al anuncio del presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, de perdonar y liberar a los 15 marinos, ayer acusaba a facciones de su régimen de sostener a los grupos terroristas que atacan a las tropas británicas en Irak. Blair tenía preparado su discurso para dar la bienvenida a los soldados y lo tuvo que cambiar. «Así como nos felicitamos por el retorno de nuestros marinos, hoy también estamos tristes y lamentamos la pérdida de nuestros soldados en Basora, que murieron a consecuencia de un acto terrorista», dijo.
Blair fue contundente al señalar que estos grupos insurgentes que siembran el terror en Irak están claramente respaldados por determinados sectores del Gobierno iraní, que los «apoyan, los financian y los arman». Unas acusaciones que se producen en un escenario aún poco claro tras la crisis de los 15 marinos. En el Reino Unido muchos se preguntan si el Gobierno laborista ha hecho concesiones a Teherán a cambio de la liberación de sus militares. Algunos medios -sobre todos los sensacionalistas- hablan de la humillación permanente que ha padecido el Reino Unido en las dos últimas semanas, mientras otros respaldan la diplomacia tranquila por la que ha apostado Downing Street.
Lo cierto es que Blair negó ayer cualquier acuerdo. «Ni pactos, ni negociación, ni ningún acuerdo de futuro», dijo. Irán informó de que la crisis se había resuelto después de que el primer ministro enviara una carta pidiendo disculpas. Downing Street lo ha negado.
Al tiempo que hizo estas afirmaciones, Blair denunció a esos sectores extremistas que forman parte del Gobierno de Teherán y defendió la firmeza de la comunidad internacional para hacer cumplir su voluntad. En este caso, consistente en que Irán abandone sus planes para enriquecer uranio. Sin embargo, el premier afirmó que esta crisis diplomática ha permitido abrir «nuevas e interesantes vías de comunicación» con las autoridades de Teherán que «sería absurdo no explorar».
No quiso ahondar más el primer ministro en esta línea. Lo que se vio es que su discurso es capaz de moverse desde la condena al pograma nuclear que impulsa Ahmadineyad y el apoyo que «elementos del régimen iraní» dan al terrorismo, hasta el optimismo de ver vías de diálogo con algunos sectores de Teherán.
Blair reconoció el papel jugado por algunos países de Oriente Próximo, probablemente Siria y Qatar, en la resolución del conflicto de los marinos. Sin embargo, también quiso dejar claro que lo más importante ha sido la presión internacional sobre Irán, protagonizada por la condena tanto de Naciones Unidas como de la Unión Europea. El primer ministro dijo que pensar que esto no ha influido sería, sencillamente, «ingenuo».