RUBÉN AMON. Corresponsal
PARIS.-
Decía ayer el rotativo francés Le Monde que la campaña electoral había adquirido un perfil sexuado. Quiere decirse que Nicolas Sarkozy prospera en una imagen viril, autoritaria, obsesionada con la seguridad, mientras que Ségolène Royal aspira a convertir su condición de mujer en la evidencia de una ruptura respecto a los viejos tiempos. «Ha llegado nuestra hora. Espero que los franceses sepan entenderlo», decía ayer la candidata socialista en un foro organizado por la revista femenina Elle.
Está claro que el líder del partido centrista (UDF) les resulta molesto, de modo que Ségolène y Sarko pelean entre sí para ignorar y ahuyentar las expectativas del tercer hombre en la recta final de la campaña (22 de abril/6 de mayo).
Estamos a 15 días de la primera vuelta, aunque la inminencia de la convocatoria no ha resuelto la incertidumbre de los franceses. O de las francesas, puesto que el 48% de ellas admite no haber decidido todavía cuál será el destino final de su papeleta presidencial.
El dato explica que Sarkozy y Royal hayan redoblado sus esfuerzos para ganarse la confianza femenina. Saben que las mujeres representan el 53% del censo total y que éste es el momento de seducirlas.
¿Cómo? El ex ministro del Interior, por ejemplo, prometió ayer la paridad ministerial en el próximo Ejecutivo, considera oportuno ampliar el horario escolar en ayuda a las madres y se ha propuesto organizar una gran conferencia social entre el futuro Gobierno, la patronal y sindicatos para reducir las diferencias salariales entre hombres y mujeres.
Desde la otra orilla, Royal refuerza su teoría matriarcal del cambio. Porque es mujer. Porque tiene cuatro hijos. Porque no se ha casado. Porque recomienda la píldora abortiva. Y porque se ha propuesto emular al presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, en la ley de violencia de género y otras iniciativas contra la discriminación laboral. De ahí viene que los franceses le hayan rebautizado con el apelativo de Zapatera. Un ejemplo de admiración, de sintonía y de mimetismo que paradójicamente ha calado en el acuartelamiento de... Sarkozy.
Sorprenda o no, el líder del partido gubernamental (UMP), íntimo amigo del ex presidente José María Aznar y tótem reformista para admiración de los populares, se descolgó ayer con un homenaje al actual jefe del Gobierno español. Lo hizo en declaraciones a la revista Paris-Match, respondiendo a una pregunta sobre las influencias políticas que había recibido del exterior: «El sentido de la comunicación de Bill Clinton es interesante. El coraje de Tony Blair cuenta. Igual que la ciencia de la opinión de José Luis Rodríguez Zapatero, la tenacidad de Angela Merkel. De cada uno trato de aprender y asimilar como una esponja».
«La ciencia de la opinión». No se esperaba Zapatero un elogio similar. Sobre todo porque Nicolas Sarkozy ha demonizado la política de inmigración española y ha protagonizado algún que otro desencuentro diplomático. Es el pasado reciente. El futuro inmediato, en cambio, coloca al líder conservador como favorito de los comicios presidenciales. Un sondeo publicado ayer le daba mucha ventaja sobre Royal en la primera vuelta (29,5% de intención de voto contra 24% de la socialista) y también resolvía a su favor el desenlace del segundo turno (54% contra 46%).
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