Por primera vez en 40 años los cofrades de Corleone podrán desfilar esta Semana Santa en procesión con el rostro cubierto con uno de los tradicionales capirotes, como es costumbre en numerosas poblaciones sicilianas. Una práctica que en los años 60 fue rigurosamente prohibida en esta localidad, considerada durante años como la capital indiscutible de la mafia. Sin embargo, y en un intento por demostrar al mundo que, tras la detención hace justo ahora un año de Bernardo Provenzano, el gran capo de Cosa Nostra, Corleone se ha normalizado y ha dejado de ser el refugio de mafiosos que proverbialmente era, las autoridades han permitido la vuelta de los capirotes.
Fue a mediados de los años 60 cuando, por motivos de orden público, se dictó un edicto que prohibía a todos los corleoneses llevar capuchas de cualquier tipo que les cubrieran completamente el rostro. La medida fue adoptada en unos años en los que la guerra contra la mafia vivía uno de sus momentos más cruentos y, en particular, tras un sangriento tiroteo registrado durante un desfile de carnaval en el que los matones de la mafia no dudaron en disfrazarse para pasar desapercibidos.
Para evitar que pudiera repetirse un suceso similar, las autoridades decidieron impedir por ley a los corleoneses llevar el rostro oculto. Una decisión que, por precaución, se hizo extensiva a los capirotes de Semana Santa, ante el temor de que los asesinos a sueldo de Cosa Nostra pudieran servirse de esas vestimentas para matar con la cara tapada. Pero ahora, 40 años después de aquello, los capirotes regresan a Corleone.
Después de que el 11 de abril del año pasado Bernando Provenzano, el capo di capi, fuera detenido después de permanecer 43 años en paradero desconocido burlando a la Justicia, el alcalde de la ciudad, Nicolò Nicolosi, representantes de la Iglesia y miembros de la confraternidad de Corleone solicitaron a las fuerzas de seguridad permiso para que en las procesiones de Semana Santa pudieran volver a marchar personas ataviadas con capirotes. Y el responsable de la Policía de Palermo, Giuseppe Caruso, se lo ha dado.
«Yo y el gobernador civil pensamos que quizás de este modo podamos lograr devolver la confianza a la gente de Corleone. Nosotros continuamos vigilando, pero Corleone ya no es la tierra del padrino, es la tierra donde el padrino ha sido arrestado», aseguraba Caruso en declaraciones de las que ayer se hacía eco La Repubblica.
Sin embargo Francesco Merlo, uno de los principales columnistas de ese periódico, lamentaba amargamente ayer en su artículo de opinión el regreso de los capirotes. «Para Corleone, liberada de la mafia, el capirote representa un símbolo de libertad, un derecho restaurado. En ese sentido, el jefe de la Policía de Palermo ha hecho bien en restituir el burka masculino de Viernes Santo después de 40 años de iluminismo coactivo», subrayaba. «En nuestra opinión, es la Iglesia la que no debería haberlo solicitado. La Iglesia, generalmente atenta a los signos y a los significados, debería haberse aprovechado de esos 40 años de procesiones a rostro descubierto para liberarse de un arcaísmo devocional que celebra la Inquisición y los símbolos penitenciales de su historia peor: la contrarreforma y los autos de fe, la violencia contra los herejes y la tortura, así como la impunidad de los asesinos», añadía Merlo.
Polémicas aparte, el regreso de los capirotes es sólo una de las muchas manifestaciones con las que Corleone celebra estos días el arresto hace un año de Provenzano. La localidad ha decretado tres días de fiesta y reflexión -el 9, 10 y 11 de abril-, durante los cuales habrá espectáculos musicales, exposiciones y actos diversos.
Así, la calle que lleva al caserío donde fue detenido Zu Binnu (como se conocía popularmente a Provenzano) será rebautizada con la fecha de su captura, pasando a llamarse Vía 11 de abril 2006. Se concederá la ciudadanía de honor a los fiscales de la división antimafia Francesco Pignatone, Michele Prestipino, Marzia Sabella; al jefe de la Policía de Palermo, Giuseppe Caruso, y al de Trapani, Giuseppe Gualtieri. Habrá también una jornada de la «cohesión social», en la que los estudiantes corleoneses acudirán a la reserva natural del Bosque de la Ficuzza para, según se afirma en una nota, «reapropiarse idealmente de la libertad de disponer de los bienes naturales y monumentales comunes». Y tantas y tantas actividades más.