Dos millares de operarios pasan cada día por la futura Terminal Sur de El Prat para acabar de definir la infraestructura y tenerla lista a principales de 2009.Tras la construcción de la tercera pista, las nuevas instalaciones son una pieza indispensable para el crecimiento del segundo aeropuerto español y el que más creció de Europa en 2006. ¿Cómo puede convivir la construcción de un edificio de 525.000 metros cuadrados entre las dos pistas de un aérodromo en activo? Cerca de 300 técnicos se ocupan de que los operarios ni se molesten ni molesten la atención de los controladores aéreos. Después, llegará la hora de qué compañías operan desde allí y de quién decide cuál es la mejor gestión para aprovechar todas sus posibilidades.
EL PRAT.- Las vidrieras de la Terminal Norte del Aeropuerto de El Prat permiten ver al sur una mastodóntica obra arquitéctonica y un mar de grúas. En las pistas, dentro de los aviones, las ventanillas entorpecen la panorámica. Y desde su interior, la Terminal Sur ofrece, sobre todo, volumen. El mármol que pisó el presidente José Luis Rodríguez Zapatero ya está cubierto por una lona de plástico negro, pero los operarios siguen cubriendo el hormigón mientras se aproximan a la futura zona comercial.Una fila de baldosas supone medio metro menos a la meta.
Cada día pasan por el inmenso tajo y sus alrededores cerca de 2.000 operarios y, pese a ello, la terminal no parece nunca excesivamente concurrida. Quizás a partir de junio, cuando encarrile su recta final con los detalles, los 4.000 operarios en activo ofrezcan una mayor sensación de trasiego a sus 525.000 metros cuadrados de superficie. Nada que ver, no obstante, con los 8.500 pasajeros que podrá procesar cada hora, a los que se deberán añadir otros tantos millares de trabajadores del aeropuerto.
La futura Terminal Sur, base de crecimiento de El Prat, encara los dos últimos años de obras antes de que a principios de 2009 pueda estar operativa. De ella salen cada semana el equivalente a cien pisos de cien metros cuadrados, es decir, el mayor edificio que se construye hoy en día en España.
Su entrada en funcionamiento cambiará por completo la capacidad del aeropuerto de Barcelona. Algunas compañías se mudarán al nuevo edificio y la actual terminal quedará descongestionada, si no semivacía. La T-Sur permitirá triplicar la superficie actual disponible, alcanzar los 55 millones de pasajeros anuales y maximizar el uso de las dos pistas paralelas de El Prat -unicamente separadas por el edificio con forma de espada que se ve en la publicidad de Aena-, con 90 operaciones cada hora y sin tiempos de rodadura superiores a los diez minutos, como ahora sucede. Tan sólo la sala de recogida de equipajes del futuro edificio contará con el equivalente a tres campos de fútbol (20.000 metros cuadrados).
La Terminal Sur está estructurada en torno a tres edificios: uno donde estarán los mostradores de facturación, las cintas de recogida de equipajes y la zona comercial; dos diques laterales y uno central destinados al embarque de los pasajeros; y el vestíbulo intermodal al que, algún día, llegarán el metro y el tren.
El respeto por el servicio normal del aeropuerto ha sido y es «el gran problema para la construcción de la Terminal Sur», según admite el ingeniero aeronáutico de campo de vuelo, Antoni Chordà.Respetar la visibilidad -y a veces los vehículos- de los controladores aéreos ha determinado el ritmo de la obra. Su marcha a las instalaciones de Gavà ha supuesto la aceleración de la instalación de la cubierta y las obras de la T-Sur, tras unos meses en que el avance de las obras tuvo que convivir con el normal funcionamiento del trabajo de los operarios. «El medio industrial nos ha influido más que el medio ambiente», señala Chordà, quien no esconde que en el aeropuerto madrileño de Barajas las obras de la T-4 nunca comprometieron tanto al mantenimiento de la actividad de un aeropuerto com 30 millones de pasajeros y un crecimiento anual del 10,5%.
De la coordinación se encargan unas 300 personas, entre técnicos, delineantes y contratistas. Y por encima de ellos, tres ingenieros industriales, tres ingenieros aeronáuticos y un ingeniero de caminos. Pero más allá del impresionante despliegue humano, llama la atención del visitante el enjambre de grúas que se dibujan en el horizonte: unas 50 entre fijas y móviles. La inversión de la nueva instalación es superior a los 800 millones de euros -3.000 millones si se tiene cuenta todo el Plan Barcelona de Aena-, por 6.200 millones que costó la T-4 madrileña.
AENA, el ente que gestiona los aeropuertos, calcula que, cuando la futura terminal y el conjunto de la nueva ciudad aeroportuaria estén a pleno rendimiento, se habrán creado unos 15.000 empleos directos y 200.000 indirectos.