Domingo, 8 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6321.
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LA TRASTIENDA
La clase política por los suelos
ALEX SALMON

Los días festivos hay que aprovecharlos para observar la realidad desde diferentes puntos de vista; todos aquellos aspectos que tu cotidianeidad no te permite analizar al detalle. El tiempo libre abunda y las posibilidades de ensanchar contactos desconocidos se amplían. Esa sensación puede generar conflictos. Es el momento de bajar a la calle, de donde nunca deberíamos salir.

Creo que mi ejercicio diario de no alejarme nunca de ella consigue mantenerme fresco. Ni para la clase periodística ni para la clase política debería ser un esfuerzo. Al revés. Sin ese trabajo, no hay análisis coherente ni serio, ni capaz de revelar lo que ocurre en cada momento. Estos días de conversaciones instructivas con gente apasionante me llevan a la conclusión de que la relación entre la clase política y los ciudadanos está en un punto de alejamiento peor del que pensaba. Ni se cree en la política, ni en la justicia, detalle este último, muy preocupante. Porque si en una sociedad desarrollada fallan dos de sus pilares fundamentales, todo tiende también a resquebrajarse con los consiguientes perjuicios para la propia ciudadanía. Defiendo a la clase política siempre que puedo, pero no sus malos gestos, que son muchos. Son torpes y excesivamente partidistas. Y la sociedad es sabia. Quiere sentido común, ideas argumentadas y honestidad. Durante estos días he intentado hablar mucho de política entre personas que piensan en política muy de cuando en cuando. En días festivos y de guardar.Y las reflexiones que he oído sobre el president Montilla, el jefe de la oposición, Artur Mas, el vicepresidente Carod-Rovira, el conseller Puigcercós, el conseller Saura, Josep Piqué o el propio Albert Rivera no han sido demasiado positivas. Nada positivas.Probablemente todos estos políticos que he nombrado consideran que cumplen con sus necesidades de hablar con la gente y de que éstos les cuenten sus problemas. Pero, ¿de verdad se lo creen? ¿O estos encuentros están organizados por las organizaciones locales de los partidos para que todo sea gratificante?

La sociedad ha dado la espalda a la política, y si un 50% de la población normalmente vota es porque el hombre es animal de costumbres y el sentido de responsabilidad supera en ocasiones a los impulsos. Los cuatro años de Estatut han sido nefastos para esta relación. El sinsentido al que se acogieron los políticos devaluó la seriedad de su trabajo. Si la clase política es egoísta y siempre tiene razón, ¿por qué no va a hacer lo mismo el ciudadano?

Sobre Montilla dicen, resumiendo y en interpretación del que escribe, que es una marioneta al servicio de sí mismo, lo que resulta más preocupante. Sobre Carod, que sólo se observa su ombligo, que cuida con esmero. Sobre Josep Piqué, que es una lástima que esté en el PP. Sobre Albert Rivera, que ha perdido fuelle. Del único que he oído algún comentario positivo ha sido de Artur Mas, para después machacarlo por su tirantez y falta de cintura. De Saura, la omisión.

No es difícil entender qué deben hacer todos para salir de ese bache existencial en el que están sumidos. Primero, asumirlo.Si no es así, jamás cogerán al toro por los cuernos. Segundo, olvidarse de que representan a una fuerza política y entender que lo hacen respecto a votantes, que son fundamentalmente ciudadanos.Todo ello, sin traicionar los ideales que representan. Tercero, aceptar la crítica como constructiva, aunque incluya la mala leche de la honestidad. Cuarto, el adversario también puede tener razón, y no por ser contrario está equivocado.

Éste es un punto importante. Abro un paréntesis. La semana pasada visité Valencia. Es una ciudad tocada por la magia de los que tienen la seguridad de que lo están haciendo bien. La Copa América les hace vibrar, como Barcelona vibró con los Juegos Olímpicos.Coincidí con una representante de la consejería de Medio Ambiente, que me explicó una de las muchas reuniones entre representantes de todas las consejerías autonómicas en estos temas. «Cuando nos encontramos fuera de las reuniones oficiales, en comidas o cenas, llegamos a muchos puntos en común. Pero cuando los encuentros están en programa, todo cambia. Allí siempre hay que negar al contrario». Los políticos no se han dado cuenta de que estamos en épocas de grandes acuerdos. Y eso es lo que se lleva en la vida.

Las elecciones municipales no dejarán de ser una prueba, aunque no del todo fiable. La cercanía contamina las reglas más generalistas.Hoy tenemos un ejemplo con la participación de Imma Mayol en el primer Fòrum de Debat que organiza EL MUNDO de CATALUNYA.Mayol es una política cercana que no evita la crítica. A pesar de ello, cuando el joven redactor Daniel G. Sastre le pregunta con dureza sobre el problema de la vivienda, ante una respuesta poco creíble ya que su partido gobierna en Barcelona desde hace años, a la teniente de alcalde sólo se le ocurre comparar la cuestión, inspirada más por la juventud que por un interés informativo, al estilo de Fernández Diaz. Puede que sea uno de los pocos candidatos que más se acerca a lo que piensa la calle. La calle sigue distanciada.La política se resentirá. La sociedad conduce cada día con más firmeza sus destinos alejada de las instituciones. Eso es lo que hay.

alex.salmon@elmundo.es

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