Impotencia. Esa es la imagen que transmitieron ayer tanto el Barça como Frank Rijkaard en La Romareda. El equipo azulgrana perdió la oportunidad de dar un golpe de autoridad a la Liga en la salida tal vez más difícil que le restaba en lo que quedaba de calendario. El Zaragoza, más entonado, le derrotó gracias a un tanto poco ortodoxo y la aparente desidia de los barcelonistas, incapaces ayer de generar peligro y fútbol. Consumada la derrota, y ya en la sala de prensa, el holandés, incluso con menos ganas de hablar que de costumbre, no quiso cargar contra sus jugadores.Incluso, tal vez irónicamente, colocó sobre sus hombros la triste carga del oprobio, disculpando en todo momento a los suyos.
«La culpa es del entrenador. Es más fácil culpar sólo a una persona que a muchos», desgranó el técnico barcelonista poco después de admitir que el 3-4-3 que sorprendió a los maños en la Copa no dio esta vez el rendimiento esperado. Se echó de menos algún reproche más hacia los suyos. Pero Rijkaard no es de ésos. O, por lo menos, no del todo. «Con el 3-4-3, Ronaldinho y Messi tenían libertad para intercambiar sus posiciones, pero no lo han hecho demasiado, no era algo fijo. En la segunda parte, Ronnie estuvo más a la izquierda. No ha sido nuestra mejor noche, no hemos podido», aseveró el entrenador del Barcelona.
Agresividad
De hecho, el Barça no ha podido ganar como visitante a ninguno de los equipos que marchan en cabeza en la Liga. El Zaragoza se sumó ayer al Sevilla, el Madrid y el Valencia, y todavía falta visitar el campo del actual sexto clasificado, el Atlético de Madrid. Un rival tradicionalmente complicado para el grupo de Rijkaard. El conjunto de Víctor Fernández, tal vez espoleado por la eliminación en la Copa del Rey, logró cobrarse su fría venganza. «El rival siempre dio la sensación de estar muy mentalizado para ganar», recalcó el holandés quien, a pesar de todo, evitó decir lo contrario de los suyos. «El equipo ha luchado, pero no siempre puede estar al nivel que queremos. Todos participaron con ganas, pero no fuimos capaces de ganar», sentenció el técnico.
Carles Puyol, que ayer conmemoraba su partido 150 como capitán del conjunto azulgrana, sí quiso ser más punzante en su análisis del encuentro. «En la primera parte nos faltó tener más la pelota, en la segunda la perdimos con demasiada facilidad y también nos faltó algo más de agresividad», apuntó el central azulgrana.«Luchamos como siempre, pero no nos salió nada. Son cosas que pasan en el fútbol. Con trabajo podemos recuperarlo todo. Tenemos que trabajar y seguir luchando. No es momento de bajar los brazos», agregó el defensa.
«Cada uno debe salir del campo pensando que lo ha dado todo, ganes o pierdas. Creo que ha sido así, por mi parte y en nombre del equipo. No puedo hablar por boca de los demás», señaló un Deco que ayer volvía al equipo titular y que no logró rendir a su mejor nivel en La Romareda. Tocaba noche de lamentaciones.«Era muy importante ganar, podíamos dar un golpe decisivo en la lucha por el título. No fue así y es una lástima», agregó Valdés.
Los azulgrana se quedaron con las ganas de dedicarle el triunfo a Marià Gonzalvo, capitán del Barça de las Cinco Copas y que falleció ayer en Barcelona a los 85 años. Inició su carrera futbolística en el Mollet, de donde dio el salto al Europa para pasar poco después ya al Barcelona, aunque jugó cedido durante una temporada, precisamente, en el Zaragoza. En 1950 estuvo a punto de fichar por el Torino, pero su entonces presidente, Agustí Montal, se negó a traspasarlo. Después de dar por finalizada su etapa en la entidad barcelonista, en 1955, jugó en el Lleida y se retiró en el Condal.