Domingo, 8 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6321.
ESPAÑA
 
El comando desarticulado tenía orden de atentar si moría De Juana

SAN SEBASTIAN.- El comando Urederra de ETA, desarticulado por la Guardia Civil la pasada semana en Guipúzcoa, había recibido instrucciones de cometer atentados si el preso Ignacio de Juana Chaos moría como consecuencia de la huelga de hambre que estaba realizando, según informaron fuentes de la investigación a la agencia Vasco Press.

La célula terrorista había recibido órdenes de ir recogiendo información y de estar preparada para cometer atentados, aunque tenía que estar a la espera de recibir las instrucciones correspondientes para poder actuar. Sin embargo, la única excepción era en el caso de que De Juana Chaos muriese a causa de la huelga de hambre que estaba realizando. En ese supuesto, el comando podía realizar atentados sin esperar a recibir la orden de sus jefes en Francia.

El grupo desmantelado por la Guardia Civil había recopilado diversas informaciones de posibles objetivos con vistas a realizar atentados. Las más elaboradas correspondían a miembros de los Cuerpos de Seguridad y Fuerzas Armadas. Los preparativos más detallados para atentar tenían como objetivo a un agente del Cuerpo Nacional de Policía al que pretendían asesinar a tiros. Los miembros de ETA descubrieron que el agente frecuentaba un determinado bar del barrio donostiarra de Amara y estuvieron realizando diversas vigilancias sobre los movimientos del policía entre el 22 de junio y el 18 de diciembre de 2006.

Los etarras elaboraron un croquis del bar en el que habían marcado la silla que solía ocupar el policía y habían previsto asesinarlo a tiros. Según los planes del comando Urederra, uno de sus miembros acudiría al bar cuando el agente estuviera dentro. El miembro de ETA entraría en los lavabos para ponerse una capucha y montar la pistola y al salir dispararía contra el agente.

Además, el comando tenía otras informaciones menos precisas sobre agentes de Policía que salían de la comisaría y se dirigían a las viviendas del cuartel de Aldapeta, sobre un militar destinado en San Sebastián, pero residente en una localidad próxima a la capital guipuzcoana. Los miembros de ETA habían localizado el vehículo del militar y sabían dónde acostumbraba a estacionarlo durante la noche. Entre los planes que el grupo había realizado se encontraban los preparativos para matar al que fuera confidente de la Guardia Civil y luego testigo protegido en el caso Lasa y Zabala, Pedro Migueliz, Txofo. En este último caso, los miembros de ETA habían planificado realizar un atentado contra Migueliz cuando transitara por una plaza situada también en el barrio donostiarra de Amara ya que habían observado que solía frecuentar algunos bares de esa zona. Tenían en su poder una fotografía de la víctima y habían localizado el domicilio donde acostumbraba a pernoctar.

Otras informaciones que habían recopilado los miembros del comando eran referidas a una pareja de agentes de la Ertzaintza a los que habían observado patrullando a pie por calles de Tolosa. También habían recopilado datos sobre el domicilio de los padres de otro ertzaina en San Sebastián.

En Navarra, el grupo terrorista tenía datos sobre un miembro del Gobierno foral y sobre unos vehículos de la Guardia Civil a los que habían visto ir a repostar a una gasolinera. Las instrucciones procedían del dirigente de ETA Garikoitz Aspiazu, Txeroki. La última cita directa tuvo lugar el pasado 3 de enero, poco después del atentado con coche bomba en el aparcamiento de Barajas.

 © Mundinteractivos, S.A.