La vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, cierra hoy su viaje de una semana a China «con los objetivos ampliamente cumplidos, porque hemos logrado que en la agenda política del Gobierno chino esté España», según dijo.
Tras una intensa semana con múltiples actividades mañana, tarde y noche, la agenda política se cerró el pasado viernes con una entrevista con el primer ministro, Wen Jiabao, donde la vicepresidenta logró arrancar importantes compromisos, que no acuerdos, de cara al futuro. «En China todo va muy despacio, paso a paso, pero esos compromisos, previsiblemente, se concretarán definitivamente en la visita de los Reyes dentro de unos meses», aseguró un colaborador cercano de Fernández de la Vega.
Dichos compromisos van desde que el porcino español vuelva a poder entrar en el gigantesco mercado chino -es el único país que mantiene el veto por la peste porcina, ya erradicada en España-, hasta solventar los problemas que tienen grandes empresas españolas -la vicepresidenta habló antes del viaje con los presidentes de las 14 más importantes que operan en este país- para poder instalarse y hacer negocio en China.
Materia educativa
Otro aspecto significativo se reflejará en materia educativa, donde se flexibilizarán las condiciones para que universitarios chinos estudien en España, y a la inversa.
También De la Vega salió satisfecha del apoyo prometido para promocionar España a nivel turístico -se calcula en 10 millones de personas en cinco años el crecimiento de turistas potenciales de China- con la futura creación de una Agencia Nacional de Turismo en Pekín.
Pero, sobre todo, la vicepresidenta estaba contenta por el evento que presentó ella misma la noche del pasado viernes: el año de España en China, donde hubo actuaciones de Amaral, del grupo de txalapartaris Ttukunak y la cantaora Marina Heredia, entre otros.
Según De la Vega, se ha logrado que para las múltiples actividades programadas se tenga el respaldo incondicional del Gobierno chino e, incluso, que sea objeto de atención preferente de la televisión de este país. «Ya le dije al consejero de Estado que lo que no está en los medios, no existe, y que era algo que debían aprender y poner en práctica», bromeó De la Vega.
Lo que sí ha quedado claro con esta visita, que también tenía como objetivo preparar la de los Reyes en julio, es que España apuesta en su política exterior por fortalecer a todos los niveles las relaciones con el gigante asiático, al que la propia vicepresidenta calificó como «aliado estratégico».
De hecho, expresaron en todo momento sus coincidencia en política exterior, y la vicepresidenta dio su pleno respaldo a levantar el embargo de armas a China.
Eso sí, De la Vega pasó de puntillas, midiendo cada palabra, sobre el espinoso tema de la falta de derechos y libertades en China.
La vicepresidenta sólo se refirió a esta cuestión a preguntas de los periodistas y, aunque aseguró que el asunto estuvo en sus conversaciones con los principales mandatarios chinos, incluido el primer ministro, no hubo el más mínimo reproche. Incluso evitó hablar expresamente de derechos humanos: «Estoy segura de que el crecimiento que está experimentando este país llevará aparejado el desarrollo de los derechos sociales y los derechos individuales de los ciudadanos», se limitó a afirmar.
Lo cierto es que la agenda se ha cumplido, en tiempo y forma, y De la Vega dice irse muy satisfecha: «Además», añadió, «me he sentido magníficamente bien tratada».
La primera en la Muralla
M. S.
La jornada de ayer demostró que ir detrás de la vicepresidenta primera del Gobierno es agotador, hasta cuando va de turismo.
A eso dedicó el día de ayer María Teresa Fernández de la Vega, para hacer en un día lo que cualquier turista hace en una semana, además de celebrar una comida con el presidente de la Entidad Nacional de Turismo de China, Qiwe Shao.
Y es que, en poco más de una mañana, la vicepresidenta visitó la Gran Muralla china, el Palacio de Verano y el Templo del Cielo.
Ni los atascos, ni los kilómetros que separan los tres lugares movieron un ápice la agenda prevista.
La anécdota del día saltó en la Gran Muralla, donde cuando llegó toda la delegación, sin aliento, a la primera torreta -tras pasar porcentajes de inclinación en los que casi te dabas la vuelta-, un insensato propuso a la vicepresidenta subir a la segunda, y ella dijo que sí.
Marcando el ritmo, Fernández de la Vega fue acompañada por casi todos, aunque no se oyó a nadie blasfemar.