¡Ay, Carmela!, otra vez triunfal en Madrid.
RESPUESTA.- Es un regalo del cielo poder hacerla tras 20 años.
P.- Después de triunfar, de nuevo, en toda España.
R.- Desde febrero de 2006, Santiago Ramos y yo, en 170 escenarios...
P.- Y sigue la gira, por lo menos hasta fin de año.
R.- Seguro. Y muy contenta.
P.- ¡La función está más viva que hace 20 años!
R.- Para mí, sí; sin duda. Y también para gran parte del público.
P.- ¿Será por lo de la memoria histórica?
R.- Sinisterra insiste en la importancia que para él tuvo la memoria a la hora de escribir la obra. ¡Se vuelven a repetir los mismos errores!
P.- Hace 20 años, cuando la estrena, la República era un recuerdo...
R.- ¡En cambio, ahora está tan presente!
P.- «Carmela y Paulino, variedades a lo fino», es el show de la obra.
R.- Cuando la toma de Belchite, en el año 38... Un hecho real...
P.- ¡Dos cómicos que tienen que representar su espectáculo ante prisioneros de las Brigadas Internacionales a punto de ser fusilados!
R.- Es la situación terrible a la que se ven conducidos estos pobres, que no tienen ideología política, que tratan de sobrevivir como tanta gente...
P.- Ella tomará partido y cantará, ¡en zona nacional!, el Ay, Carmela...
R.- Ella no quiere hacer una burla obscena de la bandera de la República, por la que los presos van a ser fusilados al día siguiente. Se echa a llorar en escena y ellos lo ven, y se ponen a cantar, y ella cantará con ellos...
P.- La fusilan, pero resucita. Es la conciencia de Paulino..., de todos.
R.- Carmela es la parte de la conciencia que deberíamos sacar más a flote y más a menudo; la compasión, la capacidad de ponerte en el lugar del otro.
P.- El final es sobrecogedor, cuando usted pronuncia las palabras: «¡Belchite..., Aragón..., España...!» ¡Los teatros se caen!
R.- Todo el mundo tiene un tío, un abuelo, un bisabuelo, que ha muerto en la guerra; en ésta o en otras. ¡La obra habla de lo horrible de las guerras!
P.- La palabra España parece que llega al corazón de los espectadores.
R.- Está en nuestro inconsciente colectivo. España es nuestra tierra...
P.- Al final, los espectadores de derechas y de izquierdas se unen...
R.- Es lo que deseo. De hecho, ocurre un momento de gran unidad, que al cabo es lo único que sirve, la sensación de que somos iguales.
P.- Al terminar se vuelcan con usted. ¡La aprecia todo el mundo!
R.- Me siento una actriz querida y eso es una responsabilidad.
P.- ¡Toda la vida en esto!
R.- Desde los 19, que debuté con Nuria Espert, en Divinas palabras.
P.- Más de 30 años haciendo cine, teatro, televisión...
R.- He tenido la suerte de participar mucho en los tres medios.
P.- ¡La actriz que más veces ha conseguido el premio Goya!
R.- Bueno, sí... Creo que Carmen Maura tiene también muchos...
P.- Una de las actrices fetiche de Almodóvar: ¿Qué he hecho yo para merecer esto? o Kika.
R.- Es una suerte en la carrera de una actriz el que Almodóvar decida que eres la actriz que más le gusta para su próxima película. A mí me ha llamado en dos ocasiones.
P.- De Fernando Trueba: El año de las luces.
R.- Un hombre de un gran talento, gran cultura y gran inteligencia.
P.- De Fernando Colomo: La vida alegre.
R.- Fue el primero que me dio una protagonista en cine.
P.- De Luis García Berlanga: Moros y cristianos.
R.- Tenía clarísimo lo que quería y nos regañaba o nos achuchaba...
P.- De su propio padre, José María: El canto de la cigarra.
R.-El canto de la cigarra... Y lo que más me gusta de lo que hice con él, la serie Ramón y Cajal. Mujer de... Adolfo Marsillach. Para televisión. Es uno de los trabajos más bonitos que hizo mi padre en los últimos años.
P.- De su hermano, Alvaro: Ojo, frágil o El orden cómico.
R.- Ahora se dedica al documental. ¡Le acaban de premiar!
P.- Fetiche también de su marido, Manuel Iborra: El tiempo de la felicidad.
R.- Nos conocimos cuando yo tenía 18 años, y él, 22. Imagínese. Él hacía cortometrajes y yo estaba en la Escuela de Arte Dramático. Y unos años después nos volvimos a encontrar. Desde el 80, no nos hemos separado.
P.- Hija de un director y de una escritora, Carmen Vázquez Vigo. ¡Eso marca!
R.- ¡Marca! He tenido unos padres con una gran alegría de vivir. Eso es lo que más me ha quedado de ellos. ¡Esa cosa un poco infantil tener ilusión!
P.- Comenzó a estudiar Psicología. ¿Imposición familiar?
R.- Obligada por mi padre. Estuve tres meses...
P.- Acabó estudiando en la Real Escuela Superior de Arte Dramático.
R.- En la Escuela era tan feliz... Y había tantísimas cosas apasionantes que hacer... Tenía a Manuel Dicenta de profesor y a Elvira Sanz...
P.- Los cinéfilos la comparan con Marilyn Monroe, Shirley MacLaine.
R.- Sí.... ¡Mira...! ¡Qué más quisiera yo! Bueno...
P.- A pesar todo, el teatro.
R.- Donde más feliz soy es en el teatro. Es donde más te cansas, donde más sano hay que estar, no te puedes acatarrar, donde menos dinero se gana...
P.- Un teatro que en 25 años ha cambiado...
R.- Ha mejorado. Sobre todo en el tema de los actores... Los actores hacían dos funciones todos los días de su vida, sin un día de descanso...
P.- Aquel Bajarse al moro, de Alonso de Santos, hace 20 años...
R.- Fue muy importante para mí. Luego la hicimos en el cine. Ahora se ve en vídeo. Hay chavales que me dicen: «¡Joé, tía, cómo mola!».
P.-Las sillas, de Ionesco, con José Luis Gómez.
R.- Le he de decir que mi gran maestro ha sido José Luis.
P.- Ultimamente, dirigida por Miguel Narros.
R.- ¡Mi etapa Narros! Desde 2003, trabajando juntos: El sueño de una noche de verano, Doña Rosita la soltera y, ahora, ¡Ay, Carmela!
P.- ¿Cuál es la magia del teatro?
R.- Ese silencio que se crea cuando ya el público siente que la luz se apaga y se enciende el escenario, y empieza una vida que no es tuya.
P.- Usted también ha dirigido teatro: La tentación vive arriba.
R.- Una vez. Es algo que me produjo miles de sensaciones de lo más estimulantes. Quiero seguir dirigiendo, es una vocación.
P.- Una sacerdotisa o una diosa es Verónica en escena...
R.- Ni una cosa ni la otra, yo soy una mujer...
P.- Ser madre es como ser diosa.
R.- Ojalá. Supongo que cuando la niña es un bebé sí. Pero dura poco.
P.- ¿Qué me dice de su hija María?
R.- Gracias a ella he aprendido mucho acerca de mí y del sentido de la vida.
P.- ¿Sigue los pasos de sus padres?
R.- Tiene un don para el dibujo, pero para el teatro, vocación no le veo.
P.- Usted, con su madre, entró en el Centro de Meditación Trascendental.
R.- Me dijo: «Nena, tenemos que ir a un sitio en el que te enseñan una técnica buenísima que sienta divinamente». Y aprendimos las dos...
P.- Hace meditación y su maestro es Sai Baba, que vive al sur de la India.
R.- Mi maestro es Sai Baba, y mi maestro es Jesús y es Buda y es Gandhi y, muchas veces, gente que conoces... ¡Sai Baba es un ser excepcional!
P.- ¿Cómo ve este mundo, debatiéndose entre religiones?
R.- No me gusta nada este mundo, ¿qué quiere que le diga? Pero hay que luchar contra ese sentimiento. La lucha entre religiones es lo peor de todo.
P.- Madrileña practicante. Su lugar preferido es Madrid.
R.- Cuando estoy fuera mucho tiempo lo echo de menos.
P.- ¿Y la M-30 de Gallardón?
R.- No me gusta nada aún, pero cuando esté acabada me encantará.
P.- Oiga, a propósito, ¿qué pasaría si nunca pasara nada?
R.- ¡Ja, ja, ja! Pues, hombre, en cierto modo estaría muy bien.