Domingo, 8 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6321.
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 NUEVA ECONOMIA
FINANZAS / STEPHEN SCHWARZMAN
El mayor 'ludópata' de Wall Street
El capital riesgo vive una época gloriosa y Stephen Schwarzman, presidente de Blackstone, ha aprovechado este momento para lograr amasar una fortuna de más de 2.600 millones de euros.
Pablo Pardo / (Washington)

Fue una fiesta de cumpleaños, la celebración del cierre de una operación de 30.000 millones de euros o el lanzamiento de la OPV del año? Tal vez las tres cosas. Pero de lo que no cabe duda es de que ha sido el acto social más sonado en mucho tiempo en Manhattan. Una excentricidad a la altura de la película Pretty Woman. Porque el caballero que había organizado la celebración se llama Stephen Schwarzman, y es el presidente de la empresa de capital riesgo Blackstone. O sea, tiene el mismo trabajo que Edward Lewis, el personaje que encarna Richard Gere en Pretty Woman. «¿Qué haces?», le pregunta Vivian, es decir, Julia Roberts, en la película. La respuesta es sencilla: «Compro empresas, las troceo y las vendo».

Pero los creadores de Pretty Woman -cuyo título fue sugerido por un israelí llamado Ehud Olmert, que hoy, 17 años después, es el primer ministro de su país- nunca imaginaron una extravagancia como la que tuvo lugar el 13 de febrero en la Armería del Séptimo Regimiento, el antiguo cuartel del Upper East Side, el barrio más caro de Nueva York. Para celebrar su 60 cumpleaños, Schwarzman reunió a estrellas como el cantante de los años 70 Rod Stewart -que cobró un millón de dólares ( 750.000 euros) por actuar en la fiesta-, políticos (el ex secretario de Estado, Colin Powell, y el consejero áulico de Bill Clinton, Vernon Jordan), multimillonarios (el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg), celebridades (las estrellas de la televisión Maria Bartiromo, alias La Muñequita del Dinero, y Barbara Walters), reguladores (el presidente de la Bolsa de Nueva York, John Thain) y hasta la Iglesia católica, con el cardenal de Nueva York, Edward Egan.

Todos rendían homenaje al hombre de moda en Wall Street, Stephen Schwarzman, el cofundador, presidente y consejero delegado de Blackstone, la empresa de capital riesgo (private equity) más famosa de Estados Unidos. Y uno de los hombres más ricos del país, con una fortuna estimada en 3.500 millones de dólares (2.625 millones de euros) lograda casi exclusivamente a base de comprar empresas a crédito, sanearlas de la forma más inmisericorde posible y sacarlas a Bolsa. Porque eso es lo que hacen las empresas de capital riesgo en Estados Unidos, que están viviendo un boom sin precedentes. Pocos días antes, Blackstone había cerrado la compra del grupo inmobiliario Equity Office Properties por 39.000 millones de dólares (29.250 millones de euros). Una cifra que no queda muy lejos de los 53.700 millones de dólares que, actualizada a la inflación, costó la compra del gigante de la alimentación RJR Nabisco por KKR, otra private equity que, tras décadas en la sombra, ha reaparecido con fuerza en estos últimos dos años y se ha convertido en una de las principales financiadoras de la campaña electoral del candidato republicano a la presidencia en 2008, John McCain.

El capital riesgo vive una nueva época gloriosa. Más incluso que en los 80. Y nadie representa eso mejor que Blackstone. Una empresa cuyo nombre procede del de sus dos fundadores. Por un lado, Schwarzman -un nombre de inequívoco origen judío, que incluye el término Schwarz, que significa «negro» en alemán, es decir, Black, en inglés- y por otro Peter G. Peterson. Y Peter, Pedro en español, viene de Piedra. De modo que si juntamos ambos surge Blackstone, o Piedranegra. O una máquina de hacer dinero.

Hasta ahora, Blackstone se dedicaba esencialmente a sacar empresas de cotización y luego lanzarlas de nuevo al parqué. Es lo mismo que hacían sus grandes competidores, como KKR, Texas Pacific Group -que ha mostrado su interés por la compra de Iberia- y Carlyle, que ha desatado todo tipo de histerias conspiratorias dado que entre sus socios e inversores han estado George Bush padre, el ex primer ministro británico John Major, la familia Bin Laden y el ex secretario del Tesoro y de Estado de Estados Unidos, James Baker. Pero ahora, estas empresas están saliendo a Bolsa. Blackstone va a poner a la venta el 10% de su capital, con lo que espera obtener 4.000 millones de dólares (3.000 millones de euros).

Otras empresas similares, como Apollo e incluso KKR podrían dar el salto al parqué. Sería una operación curiosa. Porque las private equity asumen unos riesgos brutales. Y el inversor que meta su dinero en ellas debe saber cuáles son las consecuencias de invertir en empresas con escasas regulaciones, con la menor transparencia posible y el instinto depredador más agudizado que existe en la selva de Wall Street. Si las cosas van bien, el premio puede ser una invitación para la próxima extravagancia de Schwarzman. Si van mal, perderlo todo. Esa es la magia del private equity.

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