El entrenador del Real Madrid enfocó el resultado, y por lo tanto el estado de las cosas, de la misma manera que en ocasiones anteriores. No daba la impresión de que su equipo se hubiera situado a dos puntos del líder. No sacó pecho y trató la cuestión como una circunstancia clasificatoria a la que no había que darle mucha importancia. «Ha habido semanas que hemos perdido y los de arriba han ganado. Ahora ha tocado lo contrario. Los equipos a lo largo de la temporada tienen suerte y mala suerte».

Él, que hasta ayer mismo antes del partido estaba como Rambo, acorralado y sin sentir las piernas, es consciente de que su figura toma otra dimensión, y eso le enfada muchísimo. Es un veterano en esto y conoce desde hace mucho tiempo la falta de criterios con los que se maneja la prensa deportiva en general. Y sabe también que si el próximo fin de semana el Real Madrid se coloca al mando de la tabla, las portadas con Schuster, Míchel, Benítez y Mourinho van a desaparecer. Y que si dentro de un mes se pierden dos partidos seguidos pues volverán a aparecer.

Que a nadie le extrañe que a partir incluso de hoy, el italiano sea de nuevo el más valorado para llevar el timón del equipo la próxima temporada, un asunto que parecía absolutamente cerrado y sin posibilidad de mrcha atrás.

«Yo tengo contrato con este club y sigo trabajando con seriedad, como siempre». El asunto es que Pedja Mijatovic y su jefe podrían librarse de un problema si las cosas pintan en verde: mantienen a Capello y se ahorran la pasta gansa que significaría hacerle las maletas, unos 12 millones de euros.

Mijatovic.

¿Echarían a Capello si se conquistara la Liga? El asunto es que tanto el director deportivo como el presidente llevan participando desde hace mucho tiempo en el juego de ir filtrando a la prensa los nombres de los posibles sustitutos del italiano. No ha habido durante el tiempo de zozobra (o sea, toda la temporada) una sola frase contundente de apoyo al técnico. Ni Mijatovic ni Calderón han dicho este entrenador es mío y que a nadie se le ocurra decir lo contrario porque creemos en él pase lo que pase.

Capello está ahora en posición de ventaja frente a los dueños de su destino. En el vestuario, además, está imperando la corriente humanista, y eso de aliarse con el débil lleva cuajando ya desde hace unas semanas. Ni Robinho, uno de los más zarandeados por el entrenador, es capaz de decir una palabra en contra, sino todo lo contrario.

«Nos sentimos muy fuertes porque hemos hecho una piña. Con esta mentalidad podemos alcanzar el título», dijo el brasileño, que ni siquiera frunce ya el ceño ante la posibilidad de que la próxima semana en Santander pudiera regresar al que ha sido su hogar durante toda la campaña, el banquillo: «No me molestaría. Todos somos útiles para el entrenador».

Los jugadores son conscientes de que el destino del entrenador está en sus manos, y a ninguno le extrañaría que Capello continuara si finalmente se consigue el triunfo. Pero una cosa es que lo entiendan y otra que estén de acuerdo. Ayer mismo, un jugador daba su opinión sobre este asunto: «Capello estaba muerto la semana pasada y lo mismo ha resucitado después de haber ganado al Osasuna y de habernos puesto a tiro de piedra. Si el club tenía claro que era el mejor para el Madrid no debería haberle sentenciado antes de tiempo, como así ha parecido. Hay que tener una idea de lo que se quiere y mantenerla. Dar bandazos no es de personas serias».

Capello, con sencillez, asegura que no hay claves, que el Madrid hace ahora lo mismo que lleva haciendo todo el año. «Tenemos espíritu y buena condición física, no hay más», y regresó con una cuestión importantísima en el fútbol: la suerte. Para el encuentro contra el Racing recuperará a Guti, a Gago y puede que hasta a Beckham. Se despeja el camino.