En la escuadra del caballino rampante estaban preparando el festejo desde el amanecer. Nadie, ni siquiera los integrantes del equipo McLaren, guardaban esperanzas de escamotear la victoria a los monoplazas rojos. Pero lo cierto es que la historia se torció para Ferrari. Y se torció muy mal, saliendo casi humillados de Sepang. Se marcharon en dirección a Bahrein con la idea de que habían perdido una gran oportunidad de ganar a sus rivales más directos. Y más. Esos adversarios, comandados imperialmente por un inmenso Fernando Alonso, llegaron en fila india a la línea de meta.

El doblete conseguido por la escudería plateada, va a hacer recapacitar a la dirección de Ferrari, que ahora tendrá que aceptar que este año no será tan fácil como se lo imaginaban en la pretemporada. Ayer, en Malasia, sufrieron una de las mayores derrotas de los últimos ejercicios.

La historia de la Fórmula 1 está repleta de batallas entre Ferrari y McLaren. Durante las últimas tres décadas, se alternaron otros en el protagonismo de la lucha, pero al final, las dos escuadras mas laureadas han vuelto a establecer su hegemonía. Y McLaren sabía que necesitaba un líder que no tenían. Fueron a por Alonso. Armaron una estructura apoyada comercialmente por grandes patrocinadores otra vez. Todo tenía buena pinta, pero los últimos fracasos del equipo hacían dudar. Muchos le apuntaron a Alonso que podía estar equivocándose por haberse marchado de Renault. Las victorias las esperaban para este año, pero no tan pronto. Sin embargo, una vez que se apagaron las luces rojas del infierno malayo, las cosas comenzaron a tener otro color en el equipo McLaren.

El primer ladrillo del fenomenal triunfo fue puesto a pocos metros de la salida. Alonso, consciente de no estar seguro de poder superar a Felipe Massa en la llegada a la primera curva, se dio cuenta de que tendía que jugársela en el interior de la trazada. Massa lo vio y optó por quedarse en la parte exterior, que se suele convertir en interior en la siguiente curva. Pero perdió por partida doble. Primero, porque el español le rebasó limpiamente cuando estaban ya lanzados hacia el segundo vértice. Y segundo, porque taponó involuntariamente a su compañero de equipo, el finlandés Kimi Raikkonen, y ambos fueron superados por Lewis Hamilton, que se puso como escolta del bicampeón. Una situación idílica para McLaren. En el equipo Ferrari no podían creerlo.

Massa.

A partir de allí hubo dos carreras. Una de Fernando Alonso, que se escapaba a un ritmo constante en cabeza. La otra era la de Lewis Hamilton contra los dos Ferrari, que se agolpaban en el alerón trasero del británico, sin poder adelantarle. Tanto fue que Massa, en plan desesperado, picó en una estratagema muy bien pensaba por Hamilton. El novel compañero de Alonso alargó la frenada cuanto pudo y el brasileño de Ferrari alargó también, con la mala suerte de irse irremediablemente fuera de la pista. Cuando retornó al asfalto, era quinto por detrás de Heidfeld. Su carrera estaba echada a perder. De gran candidato, en menos de 10 minutos, Massa pasó a ser el gran perdedor de la jornada en el circuito de Malasia.

Mientras, Fernando Alonso era una máquina de trazar. Bajo el implacable calor y humedad, la visera se empañaba en cada frenada y el agua no era más que una sustancia que aliviaba tibiamente las necesidades humanas más básicas dentro del habitáculo. El español estiraba diferencias, nunca menores de 10 segundos. Sólo disminuyeron cuando después de la segunda parada, se encontró con unos resistentes doblados que hicieron que se acercase un poco Hamilton. Pero ésa no era la guerra del piloto británico. La batalla con Alonso simplemente no existía. La que tenía que ganar era la que tenía contra Raikkonen. Le mantuvo a raya en la primera y segunda detención, pero al llegar el final, con el finlandés a menos de ocho segundos, la cosa se le puso difícil. Hubo final apretado, pero Raikkonen nunca dio la sensación de estar en condiciones de superarle. El doblete de McLaren estaba consumado.

Quedan muchas cosas por resaltar después de una carrera como la de Malasia. La primera es la neta superioridad de Alonso frente a Hamilton, a quien llegó a sacarle 23 segundos, y eso sin tener necesidad de hacerlo obligatoriamente. Hamilton hizo una gran carrera, excepcional, pero le costó mantener a raya a Raikkonen sobre el final. Alonso, con los mismos medios, estuvo en otra galaxia. La otra clave es la debacle de Ferrari. Dará que hablar hasta que empiece el siguiente Gran Premio de Bahrein, el próximo domingo, pero aunque allí se clasifiquen bien, su rendimiento estará en entredicho hasta que no se desarrolle la carrera. Muchos enigmas para los monoplazas rojos, y mucha alegría en la nueva casa del bicampeón Alonso.