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Es un delito y una cobardía ceder el paso a los indignos (Epícteto) |
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DESDE LA CANCHA |
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Esperaba más de Robredo |
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MANOLO SANTANA
En Winston Salem no hay mucho que hacer al margen del tenis. Es una localidad pequeña, entregada desde este fin de semana al equipo estadounidense. Hacía casi dos décadas que este país no lograba congregar a tantos fieles en la tradicional ceremonia de la Copa Davis. Este año van en serio. No sería de extrañar que volvieran a hacerse con el título, 12 años después. En el camino se ha quedado España, como era previsible dada la superficie y la ausencia de Rafael Nadal. Esperaba más de Robredo contra Blake, que no llegaba en su mejor momento. El gerundense le había ganado en la Copa Masters y era de suponer que pudiera presentar mayor resistencia. A Tommy aún le falta una victoria importante en la Copa Davis. Tiene tenis suficiente, pero se devalúa en esta competición. Verdasco lo hizo bien ante Roddick. Lástima que se dejase dominar por la ansiedad en el primer set, esas dos dobles faltas, cuando servía para ganarlo. Lo más destacado de la eliminatoria fue el partido de dobles. La mejor pareja del mundo las pasó canutas ante los nuestros. Es importante la labor de Emilio Sánchez Vicario para estimularles a que intenten jugar juntos más torneos. Es evidente que la eliminatoria pudo haberse desarrollado de otra manera con Nadal. No es sólo su indiscutible calidad, sino también la seguridad que transmite entre sus compañeros y el poder de intimidación en los rivales. Eran demasiadas adversidades en sólo tres días. También la superficie, cómo no, pero de eso no es lícito quejarse. Mientras las reglas sean éstas, cada uno elige la que más le conviene. Nosotros nunca vamos a recibir a nadie lejos de la tierra batida. Así celebramos la primera Copa Davis en 2000, jugándolo todo en casa.
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