Lunes, 9 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6322.
ÚLTIMAS NOTICIAS TU CORREO SUPLEMENTOS SERVICIOS MULTIMEDIA CHARLAS TIENDA LOTERÍAS
Primera
Opinión
España
Mundo
Ciencia
Economía
Motor
Deportes
Cultura
Toros
Comunicación
Última
Índice del día
Búsqueda
 Edición local 
M2
Catalunya
Baleares
 Servicios 
Traductor
Televisión
Resumen
 de prensa
Hemeroteca
Titulares
 por correo
 Suplementos
Magazine
Crónica
El Cultural
Su Vivienda
Nueva Economía
Motor
Viajes
Salud
Aula
Ariadna
Metrópoli
 Ayuda 
Mapa del sitio
Preguntas
 frecuentes
Es un delito y una cobardía ceder el paso a los indignos (Epícteto)
 ECONOMIA
El presidente del Banco Mundial y su novia, acusados de corrupción
Paul Wolfowitz se ha saltado todos los controles internos a la hora de promocionar a su compañera, la británica Shaha Alí Riza
PABLO PARDO. Especial para EL MUNDO

WASHINGTON.- La lucha contra la corrupción acaba al llegar a la novia de uno. Ésa parece ser la máxima que rige la gestión de Paul Wolfowitz, el presidente del Banco Mundial. En los casi dos años que lleva al frente de la institución, Wolfowitz ha alterado la operativa habitual del Banco Mundial al condicionar la ayuda que da a los países en vías de desarrollo a que éstos estén combatiendo la corrupción. Sin embargo, se ha saltado todos los controles internos a la hora de promocionar a su novia, la británica de origen tunecino Shaha Alí Riza.

Publicidad
Gracias a tan generosa actitud, Riza ha disfrutado de una serie de subidas de sueldo muy superiores a las habituales entre los funcionarios de la institución, además de una promoción a dedo. Un documento interno de la Asociación de Funcionarios del organismo al que ha tenido acceso EL MUNDO exige «a la alta dirección y al Consejo [del Banco] que clarifiquen lo que parecen ser violaciones de las normas de personal en beneficio de un miembro del Banco vinculado de forma cercana al presidente».

Todo empezó cuando Wolfowitz -el arquitecto de la invasión de Irak- llegó al Banco en junio de 2005. El presidente de la institución, que entonces tenía 59 años, estaba divorciado, y mantenía una relación con Shaha Alí Riza, la jefa de prensa del Banco para Oriente Medio.

Las normas del Banco Mundial prohíben que dos personas que tienen una relación familiar o afectiva trabajen en la misma área. Dado que Wolfowitz era el presidente de la institución, literalmente todo el Banco quedaba bajo su jurisdicción. Eso implicaba que Riza tenía que coger las maletas y marcharse. Pero Wolfowitz se opuso. E incluso llegó a plantear al Banco que Riza trabajase directamente como asesora suya. Finalmente, la oposición de la burocracia interna fue tal que el presidente accedió a que su novia fuera transferida a otra institución, dentro de un procedimiento llamado secondment.

Los secondments son una de esas prácticas que se realizan en organismos como el FMI o el Banco Mundial y que resultan inexplicables para el resto de los mortales, que se diferencian de los empleados de esas instituciones en que, por ejemplo, pagan impuestos, no viajan en Primera en los aviones y ni siquiera tienen una habitación el Hilton de Heathrow si tienen que pasarse cinco horas en Londres mientras viajan de Washington a Tanzania a combatir la pobreza (en Tanzania, el hotel en el que se quedan es el Kempinski de Dar es Salaam, el mejor del país).

En un secondment, una institución paga a un empleado para que trabaje en otra. Se aplica con empresas privadas y con organismos públicos. Y, por decirlo suavemente, crea un conflicto de intereses simplemente descomunal. Porque estas instituciones tienen acceso a planes de política económica que en muchos casos no son públicos. En 2003, este periodista fue testigo de cómo un directivo de un banco español en secondment en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) recibía una llamada de Madrid requiriéndole información sobre el proceso de privatización del sector financiero que en aquel momento estaba negociando un país centroamericano con la institución.

Ése es el sistema en virtud del cual Riza se fue del Banco para trabajar, encima, en el Departamento de Estado, de EEUU como si el propio Wolfowitz quisiera confirmar las sospechas de que él ha llegado al Banco Mundial para convertirlo en un instrumento de la Administración Bush.

Antes de irse, Riza fue elevada de categoría. En teoría, eso se hace mediante un proceso competitivo. Pero en su caso fue a dedo. El aumento salarial por la mejora del puesto de trabajo es de entre el 3% y el 12%. Sin embargo, ella logró una subida del 28%. Finalmente, en su actual puesto de trabajo, tiene derecho a subidas salariales del 3,7% anual. Sin embargo, su nómina ha subido este año un 7,5%.

El resultado es que la novia de Paul Wolfowitz trabaja para la Administración de EEUU con un sueldo que le paga el Banco Mundial y que asciende a 193.000 dólares (144.000 euros) anuales libres de impuestos. Eso es más que lo que cobra la secretaria de Estado, Condoleezza Rice. En otras palabras: ser secretario de Estado y mano derecha de Bush es muy bueno. Pero ser la novia de Paul Wolfowitz aún lo es más.

recomendar el artículo
portada de los lectores
copia para imprimir
Información gratuita actualizada las 24 h.
 SUSCRIBASE A
Más información
Renovar/Ampliar
Estado suscripción
Suscríbase aquí
Suscripción en papel
  Participación
Debates
Charlas
Encuentros digitales
Correo
PUBLICIDAD HACEMOS ESTO... MAPA DEL SITIO PREGUNTAS FRECUENTES

elmundo.es como página de inicio
Cómo suscribirse gratis al canal | Añadir la barra lateral al netscape 6+ o mozilla
Otras publicaciones de Unidad Editorial: Yo dona | La Aventura de la Historia | Descubrir el Arte | Siete Leguas

© Mundinteractivos, S.A. / Política de privacidad