Los tres partidos con representación parlamentaria no han dado a conocer aún todas sus propuestas estrella, unas ofertas cruciales cuando el Ejecutivo regional más potente de España puede pender de un puñado de votos. En 2003, la Presidencia de Madrid (una región con más de seis millones de habitantes) se decidió por 30.000 votos. En mayo, la izquierda le sacó 30.928 sufragios a la derecha. Tras la traición de Tamayo y Sáez y la repetición de las elecciones, el PP consiguió mayoría absoluta. Pero su ventaja sobre la suma del PSOE e IU se limitó a 27.370 votos. ¿Qué ocurrirá el 27 de mayo? Así lo ven y así están trabajando las tres fuerzas políticas madrileñas.

El PP, confiado

Los dirigentes del PP de Madrid están casi seguros de su éxito. La mayoría no contempla la derrota y en sus conversaciones se les escapa que se tomarán las vacaciones «después de que formemos Gobierno en junio o a primeros de julio».

Los populares creen que su ventaja sobre la izquierda aumentará con respecto a 2003 por tres razones: la imagen de la candidata ha ganado enteros, la gestión de estos años ha dado buenos resultados y el Gobierno de España «se está empeñando», dicen, en favorecer al PP en Madrid.

Esperanza Aguirre ya no es la que era hace cuatro años. Ella ha admitido en público que, entonces, «nadie daba un duro por mí». Hoy, se ha forjado una imagen de buena gestora de la que carecía y se ha aupado como uno de los valores más sólidos para el PP de toda España, sobre todo desde que Mariano Rajoy perdió las elecciones. En mayo de 2003, acababa de empezar la Guerra de Irak y el PP pasaba por uno de sus peores momentos.

Por último, la ruptura del proceso de paz y polémicas como la concesión de beneficios penitenciarios a Iñaki de Juana Chaos benefician al PP, al menos en Madrid, según creen firmemente sus dirigentes.

De cara a las elecciones, Aguirre se ha rodeado de los mismos que le han acompañado en estos años: los números dos, tres y seis de su lista dan una pista clara de quiénes son sus puntales: su vicepresidente, Ignacio González, el consejero de Presidencia, Francisco Granados, y el de Empleo, Juan José Güemes.

El PP también considera que la gestión llevada a cabo juega a su favor: en mayo habrá 90 kilómetros nuevos de Metro, ocho hospitales más, 56 centros de salud, más de 120 colegios públicos bilingües... Una gestión que, en los últimos meses, no ha sufrido el desgaste de ninguna polémica grave como en su día lo fue el caso Severo Ochoa. Las crecientes averías del Metro, sin embargo, han hecho perder el brillo a lo que siempre fue la joya de la corona.

Para la próxima legislatura, el PP prometerá más de lo mismo pero en menor medida. Las arcas regionales están exhaustas y la capacidad de endeudarse es nula gracias a la Ley de Estabilidad Presupuestaria que aprobó el Gobierno de Aznar y que Pedro Solbes exigirá cumplir. Aguirre ha prometido cuatro hospitales y ha asegurado que la ampliación del Metro no podrá ser tan importante como la que se ha llevado a cabo hasta ahora. Pero el PP todavía se guarda algún as en la manga para terminar de convencer a los indecisos.

El PSOE, a ganar

Los socialistas de Rafael Simancas están obligados a ganar. Un tercer fracaso (tras los de mayo y octubre de 2003) abriría una crisis en el segundo partido de la comunidad desde hace más de 16 años (el PSOE perdió su liderazgo frente al PP en 1991). Los socialistas de Madrid no derrochan ni optimismo ni pesimismo. Consideran el cambio posible en la Comunidad (lo dan por muy difícil en el Ayuntamiento), pero también reconocen que el viento parece soplar a favor del PP en el ámbito nacional.

El PSOE pone el acento en el deseo de cambio de la sociedad madrileña y en el hartazgo ante determinadas actitudes demasiado sectarias o muy conservadoras de Aguirre y su Gobierno. Además, durante los últimos tres años han avivado el «miedo a la derecha» por lo menos en lo que atañe al mantenimiento de los servicios públicos. El PSOE ha centrado su labor de oposición más en atacar al PP que en presentarse como alternativa de gobierno. Simancas nunca ha gestionado una administración, salvo un grupo de concejales, otro grupo parlamentario o el Partido Socialista de Madrid (esto último ha sido históricamente harto difícil) y ha diseñado una oposición muy agresiva contra las políticas del PP.

Entre sus promesas electorales, el líder socialista ha dicho que construirá tres nuevos hospitales, ampliará la red de Cercanías (aunque es competencia del Ministerio de Fomento) y aprobará siete leyes que garantizarán otros tantos derechos de los madrileños. Además, construirá 100.000 viviendas protegidas y «desterrará», ha dicho, «el sectarismo de la política».

El mejor aliado de Simancas puede ser José Luis Rodríguez Zapatero. El presidente del Gobierno se va a volcar en Madrid, pero es posible que más para apoyar a su amigo Miguel Sebastián que para ayudar al líder regional. Fuentes socialistas reconocen que Simancas necesita al jefe del Ejecutivo y a personas clave del Gobierno, como María Teresa Fernández de la Vega. Eso sí, dan por imposible que el PSOE obtenga mayoría absoluta. Cualquier posibilidad de desbancar a la derecha pasa por aliarse con Izquierda Unida.

IU, imprescindible

La propia presidenta regional dijo hace poco que el suelo de IU no es sólido sino férreo. En mayo y octubre de 2003 obtuvo dos resultados muy parecidos (235.428 y 236.013 votos) sin que le afectara la crisis de la Asamblea. Está por ver si el efecto Sabanés tiene alguna influencia o si sus votantes siguen siendo los mismos de siempre, aproximadamente entre un 7 y un 8% del electorado.

De momento, la que ha sido portavoz municipal no ha tenido mucha presencia en precampaña. En su descargo se puede decir que hace poco más de un mes que es candidata y que gran parte de su partido en Madrid (más de la mitad) no la quería. Sin embargo, su conocimiento de Madrid, sus buenas relaciones con muchos sectores sociales y con los medios de comunicación -lo que le da muy buena imagen- pueden hacerla importante en campaña.

Los diputados que obtenga IU serán imprescindibles para que la izquierda gobierne si el PP pierde la mayoría absoluta. La dirección regional de la coalición pondría caro a Simancas un gobierno conjunto. El precio sería, dicen, hacer políticas de verdad de izquierdas y no una continuidad de lo que ha sido la gestión del PP con otras caras y otras siglas. Como ofertas, IU propondrá potenciar los servicios públicos, acabar con la especulación urbanística y potenciar los mecanismos participativos, haciendo a la ciudadanía copartícipe de la gestión del Gobierno.