Queda un suspiro para que las urnas digan si los madrileños quieren que el actual alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, repita en su cargo o si apuestan por un cambio. En estos días que faltan, tendrán que aparecer ya las típicas disputas políticas, propuestas más o menos arriesgadas y argumentos que ayuden a los ciudadanos a optar por uno, otro o un tercer partido en su voto municipal. Y es que, hasta ahora, no se ha producido ni una escaramuza que adivine una dura batalla por el Ayuntamiento de Madrid. Ruiz-Gallardón ha insistido en dejarse el traje de candidato en casa y seguir vistiéndose con la corbata de alcalde el máximo tiempo posible para evitar dar protagonismo a sus adversarios aunque fuera por contraste.
Eso sí, ha prometido que no habrá inauguraciones durante la campaña electoral y ha retrasado cualquier debate electoral con sus contrincantes (siempre a tres bandas) para los últimos 15 días de campaña, evitando así que el candidato socialista, Miguel Sebastián, se dé a conocer pronto en las distancias cortas.
Por eso, el Gobierno municipal se ha mordido la lengua en varias ocasiones para evitar entrar en polémicas con las propuestas socialistas, asegurando, con ironía, «no tenemos tiempo de entrar en campaña, estamos gobernando».
PP, sobrado
El equipo de campaña de Alberto Ruiz-Gallardón ya trabaja en su programa electoral, con la tranquilidad que le da una gran ventaja en las encuestas. Aún no ha protagonizado ni grandes polémicas ni propuestas sorprendentes que le hayan metido en la batalla de Madrid. El candidato popular prefiere que los otros caballeros se desgasten solos dando, como don Quijote, palos a los molinos.
Además, tanto PP como PSOE parecen coincidir en sus planteamientos en que ésta no va a ser una campaña electoral de grandes proyectos para cambiar Madrid, más bien, ideas para mejorar la vida de los ciudadanos.
Y es que, para esta lucha, los populares no tienen una propuesta gorda que monopolice el debate electoral, como ocurrió con la M-30 en 2003 o con Metrosur en 1999. Ellos mismos aseguran que van a plantear «un programa lleno de pequeñas grandes cosas» y que Ruiz-Gallardón va a hacer «una política de barrios, casi de casas». Un plano demasiado próximo donde el alcalde, más amante de las grandes cifras que de los detalles, no suele manejarse con soltura y donde un resbalón podría ser aprovechado por sus adversarios.
Sin embargo, va a ser difícil que la M-30 abandone la escena política. Unos presumirán de «saber gestionar la utopía», como aseguró el alcalde de Madrid, y otros acusarán al PP de poca participación o de proyectos faraónicos. A Ruiz-Gallardón no le importa, es consciente de que su imagen de marca es cumplir con su palabra y la M-30 es su mejor producto de cara a las urnas.
Pero, por si acaso se acusa el cansancio, su director de campaña, el vicealcalde Manuel Cobo, insiste en que «el proyecto de la M-30 es muy importante, pero también es importante que los columpios del parque estén en buen estado». Un lema que parece dirigirse más a convencerse ellos mismos que a los ciudadanos que llevan padeciendo «obras transformadoras» desde hace cuatro años sin oír hablar de columpios en toda una legislatura. Por si acaso, Cobo repite una y otra vez eso de que de lo que se va a hablar en estos casi 50 días será de «la alfombra de la ciudad».
Así que afinen los oídos para escuchar mucho palabras como peatonalización, recuperación del suelo urbano, recuperación de plazas, rehabilitación de la alfombra urbana, centro... Nada de grandes infraestructuras. «Nosotros vamos a hablar de los ciudadanos de Madrid», asegura Manuel Cobo. Ahora sí toca.
PSOE, al límite
El candidato socialista a la Alcaldía, Miguel Sebastián, no ha conseguido su primer objetivo para estos meses: meter a Ruiz-Gallardón en campaña. Sin embargo, en su haber hay que anotarle que ha logrado apaciguar las disidencias internas que había suscitado su nombramiento por no ser afiliado y por ser elegido a dedo por parte del presidente del Gobierno. Además, más de uno venía sosteniendo el timón del barco municipal antes de que él llegase. Al menos, ahora, todos ponen cara de remar en la misma dirección.
Uno de sus mayores defectos es el grado tan bajo de conocimiento que le dan todos los sondeos. Sólo la encuesta que se encargó en Ferraz le otorga un empate técnico con Ruiz-Gallardón, aunque, eso sí, siempre con el apoyo de IU. El asidero al que se agarran en la candidatura y en la sede del PSOE es la alta participación. Están convencidos de llevarse el gato al agua si acude a las urnas, al menos, el 70% de los madrileños.
Mientras, Sebastián ya ha probado los detalles de la fuerte maquinaria publicitaria del PP cuando, durante su viaje a París, Ruiz-Gallardón le chafó su promesa de crear una playa en el Manzanares parecida a la del Sena, con una propuesta similar. Además, el candidato socialista había criticado días antes las obras de la M-30, pero el mar en la capital sería imposible sin el soterramiento de la circunvalación.
Lo que no se le puede negar al candidato socialista es su trabajo y la imaginación en las propuestas. Día sí y día no está en la brega. Tampoco le quedan más opciones, ya que fue nombrado alcaldable muy tarde y no ha dispuesto de tiempo suficiente para pasearse por los medios de comunicación.
Hasta el momento, su proyecto bandera ha sido la peatonalización de parte de la Gran Vía y la construcción del tranvía que llegaría hasta la Puerta del Sol.
Su idea principal es ceder a los madrileños el centro de Madrid evitando el paso de los coches, para lo que proyecta incrementar el servicio de transporte público. En vivienda, se comprometió a crear una microciudad para jóvenes (de 6.000 viviendas sociales) en Abroñigal, frente a Méndez Alvaro.
El proyecto más sorprendente ha sido la construcción de una red de conexión inalámbrica gracias a 750 puntos de Madrid. Tarifa plana para las instalaciones deportivas municipales, transporte gratuito para menores de 21 años, rebajar el IBI, quitar los parquímetros...
IU, al tran tran
El aspirante de IU, Angel Pérez, es el lado opuesto a Sebastián. De vuelta en el mundo de la política, busca en el Consistorio la cercanía de la política municipal. Los conflictos internos en la coalición han hecho que se hable más de las discrepancias que de los proyectos. Y es que el equilibrio de fuerzas internas puso en peligro su puesto cuando ya se había hecho público su nombramiento.
Pese a su dilatada experiencia y su buen hacer como orador, IU confía más en la marca electoral que en el propio tirón del candidato. Y es que los choques internos han sido especialmente enconados en la capital y el electorado de la coalición suele estar bastante bien informado de las presiones internas.
Por ahora, ha planteado una campaña en la calle con propuestas como unir los espacios naturales que rodean Madrid en torno a la M-40, mantener el tejido industrial que queda y crear un parque público municipal de viviendas de alquiler. Al igual que Sebastián, se opone a los parquímetros y pretende dotar a la ciudad de equipamientos sociales.