En cualquier caso, es previsible que la cifra de muertos supere en esta ocasión la cifra de 100 muertos y, en palabras del propio Pere Navarro -director general de Tráfico- esto es un indicativo de que «algo está fallando».

La lluvia, las inundaciones, los desprendimientos, los cortes de carretera o las retenciones -que a las 19.30 horas llegaban a sumar más de 450 kilómetros en todo el país- han complicado la tarea de los millones de conductores que durante el fin de semana se han puesto al volante para regresar a sus lugares de partida.

Sin embargo, esto no basta para explicar la tragedia que, una vez más, se ha desarrollado en la carretera, ya que -además de los 97 fallecidos- los 76 accidentes mortales registrados hasta la citada hora también habían provocado 55 heridos graves y 26 leves.

El carné por puntos

Pere Navarro ya había advertido que el efecto disuasorio del carné por puntos -que entró en vigor el pasado 1 de julio- tenía fecha de caducidad. Y parece que esta Semana Santa marca el punto de inflexión. Ni tan siquiera el anuncio de la instalación de 175 nuevos emplazamientos de control de velocidad por radar -hecho el 12 de marzo- ha surtido efecto en los automovilistas.

De hecho, según han denunciado las autoridades catalanas de Tráfico, los conductores han dejado de correr en las autopistas y autovías, para pasar a hacerlo en las carreteras de doble vía. Así, mientras la siniestralidad ha descendido un 27% en la red principal, ha crecido un 100% en la secundaria.

De hecho, la práctica totalidad de las 20 personas que murieron en accidentes de circulación el pasado sábado 31 de marzo -el más negro en lo que llevamos de año-, perdieron la vida en percances acaecidos en estas vías de doble sentido. Otro tanto se puede decir del Jueves Santo, 5 de abril, en que la carretera se llevó otras 17 vidas humanas.

Lo más grave es que la mayoría de estos accidentes eran evitables, contrariamente al dolor que dejan detrás de sí, especialmente la desaparición de los más jóvenes. Según los datos manejados por Bartolomé Vargas, fiscal de Seguridad Vial, detrás de cada muerte en carretera quedan las vidas rotas de 10 personas, entre padres, hermanos, familiares y amigos, a los que él también incluye en la categoría de víctimas.

En la DGT ya habían adivinado lo que se avecinaba. De hecho, Pere Navarro advirtió el pasado 12 de marzo que se había detectado una «cierta relajación» en los automovilistas. El resultado es que mientras el verano acabó con una reducción del 20,8% en el número de muertos en accidentes de carretera, el pasado 30 de marzo este porcentaje había caído hasta el 15%.

A las ocho de la noche de ayer el balance de la siniestralidad vial entre las 15.00 horas del viernes 30 de marzo y las 20.00 horas del domingo 8 de abril se cerraba con 97 fallecidos en 76 accidentes de carretera. A las 20.00 horas del Domingo de Resurrección de 2006, había que lamentar la pérdida de 92 vidas humanas, una cifra que a las 24.00 horas había ascendido a 104.

Y ello sin contar con que el Lunes de Pascua es jornada de regreso en Cantabria, Cataluña, Navarra y País Vasco. En otras palabras, los responsables de Tráfico se podrían encontrar mañana con que el peor escenario previsto se ha visto lamentablemente superado.

Otro tanto le sucederá a José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno, que el 13 de septiembre prometió a la DGT más medios, efectivos y radares. Y, hasta el momento, sólo ha cumplido lo último.