Lunes, 9 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6322.
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 MUNDO
Decapitación en Afganistán
Los talibán aseguran haber acabado con la vida del intérprete del periodista italiano que fue liberado a cambio de excarcelaciones
IRENE HDEZ. VELASCO. Corresponsal

ROMA.- La peor de las pesadillas es muy posible que se haya hecho realidad. Tres semanas después de que el periodista italiano Daniele Mastrogiacomo fuera puesto en libertad (tras acceder el Gobierno de Kabul, presionado a su vez por el Ejecutivo italiano de Romano Prodi, a las exigencias de sus secuestradores de excarcelar a cinco prisioneros talibán), todo apunta a que el intérprete del reportero podría haber sido asesinado ayer.

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Adjmal Nashqeband, un afgano de 25 años que fue secuestrado junto con Mastrogiacomo el 5 de marzo en la provincia afgana de Kandahar, habría sido decapitado, corriendo de esa manera la misma suerte a la que ya el 16 de marzo se enfrentó Said Agha, el chófer del periodista, que fue degollado. Al menos eso es lo que aseguraba ayer el jefe talibán, mulá Dadulá.

«Hemos esperado mucho, pero el Gobierno no ha cumplido con nuestra demanda. Por lo tanto, lo hemos matado hoy [por ayer]», aseguraba el mulá en declaraciones a la agencia Reuters. Una terrible noticia que posteriormente confirmaban los servicios afganos.

Al igual que ya hicieron en el caso de Mastrogiacomo, los talibán demandaban la excarcelación de algunos de sus hombres a cambio de la liberación del intérprete. Una reivindicación que muchos consideran que se ha visto directamente alimentada por el Ejecutivo de Prodi que, al presionar activamente a Kabul para que dejara en libertad a cinco presos talibán a cambio de Mastrogiacomo, ha abierto una puerta peligrosa... Tanto Estados Unidos, Gran Bretaña, Holanda o Alemania (algunos de los aliados de Italia en Afganistán, donde el país transalpino tiene desplegados 1.900 soldados en misión de paz) no dudaron en criticar la actitud adoptada por el Gobierno de Il Professore, pronosticando incluso que su comportamiento podía desencadenar una oleada de secuestros en el país. De hecho, la semana pasada dos cooperantes franceses fueron secuestrados en la provincia de Nimroz.

Sin embargo, y en un intento por poner freno a una hipotética oleada de secuestros, el presidente afgano, Hamid Karzai, descartaba rotundamente el pasado viernes la posibilidad de poner en libertad a más presos talibán, asegurando que la excarcelación de cinco reclusos a cambio de que fuera liberado Mastrogiacomo había sido un hecho «excepcional, especial, único y que no volverá a repetirse». «No podía hacer otra cosa. Italia nos pidió ayuda. Prodi me telefoneó varias veces explicándome que su Gobierno se encontraba en dificultades y que corría el riesgo de caer a causa de la refinanciación de la misión en Afganistán», subrayaba Karzai en referencia a la crucial votación a la que el 27 de marzo se sometió el Ejecutivo transalpino en el Senado y que ya en febrero provocó su caída. «Con Karzai no he hablado nunca de la suerte de mi Gobierno. Punto final», se defendía por su parte el primer ministro italiano, que ayer calificaba de «delito absurdo» el asesinato del intérprete de Mastrogiacomo.

Sin embargo, la oposición de centroderecha arremetía con fuerza contra el Ejecutivo de Prodi, al que acusaba de desencadenar el asesinato del intérprete del periodista del diario La Repubblica. «Su muerte es un acto de acusación contra el Gobierno italiano por la posición que ha mantenido en contra de sus aliados europeos y del propio Gobierno afgano», señalaba Osvaldo Napoli, miembro de la directiva de Forza Italia (el partido que lidera Silvio Berlusconi). Y aún más dura se mostraba Isabelle Bertolini, diputada de la misma formación: «La ejecución del intérprete de Mastrogiacomo es responsabilidad del Gobierno de Prodi».

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