Un infarto acabó ayer a los 72 años con la vida de Eli Galdós. La muerte le sobrevino cuando se dirigía a la celebración del Aberri Eguna. Por encima de cualquier otra consideración fue peneuvista. Militante desde los tiempos de la clandestinidad, con la llegada de la democracia siempre estuvo en la primera línea política. Primero como alcalde de su localidad natal, Oñate (1979-1991), luego simultaneando esa labor con la de viceconsejero de Interior del Gobierno vasco (1980-1987), más tarde como diputado general de Guipúzcoa (1991-1995) y finalmente incorporándose a la Ejecutiva del PNV, a la que ya había pertenecido en 1977.
En sus tiempos de segundo del consejero de Interior Luis María Retolaza se encargó de la creación de la Ertzaintza, para lo que contó con la colaboración de Xabier Zumalde, El Cabra, un ex miembro de ETA que se acogió a la amnistía de 1977. El Cabra definía a Galdós como «un comandante de seguridad del PNV». Éste ideó un cuerpo de elite conocido por Berrozis, para lo que, según distintas fuentes, recurrió al asesoramiento de la CIA, de la policía antiterrorista alemana y del Mossad israelí.
La autovía A-15 que enlaza San Sebastián con Pamplona, conocida como la autovía del Leizarán, fue su principal quebradero de cabeza cuando presidía la Diputación Foral de Guipúzcoa, pero también la que en última instancia le permitió llegar al cargo, ya que tras las elecciones Herri Batasuna contaba con la llave de la gobernabilidad. Con el fin de desplazar del palacio foral a EA, el partido de su enemigo Carlos Garaikoetxea, Xabier Arzalluz se comprometió con HB a cambiar el trazado original si votaba a Eli Galdós. Nada más tomar posesión de su cargo, en agosto, Galdós ordena a los servicios técnicos de la Diputación estudiar un nuevo recorrido.
El 6 de mayo de 1995 inaugura junto a José Antonio Ardanza y Juan Cruz Alli, los presidentes de la Comunidad Autónoma del País Vasco y de Navarra, respectivamente, una carretera que supuso una inversión de 70.500 millones de pesetas, a una media de 1.640 millones por kilómetro, y que fue saboteada por ETA, que mató a cuatro personas vinculadas con las obras.
Él también sufrió de forma directa la amenaza de la banda, especialmente en 1983, cuando le llegó una misiva en la que se le exigía el llamado impuesto revolucionario, que, según fuentes cercanas a Xabier Arzalluz, ya entonces presidente del PNV, se negó a pagar. No obstante, se mostraba contrario a la dispersión de los presos de la organización armada. Contundente en sus condenas a los asesinatos de ETA, asistió a numerosos funerales de víctimas del terrorismo. En el sepelio de un guardia civil en Oñate en 1983, el mismo día que fueron secuestrados en el sur de Francia Lasa y Zabala, coincidió con José Barrionuevo, a la sazón ministro de Interior, quien posteriormente en su libro de memorias lo describía como un hombre «amable y cortés».
Eli Galdós expresó a menudo sus reservas sobre la forma de alcanzar la paz por el tutelaje de ETA sobre el Movimiento de Liberación Nacional Vasco: «La sensación de que nadie tiene el control de lo que ocurre en el MLNV da miedo. Y no olvidemos que está la pistola que manda», decía en una entrevista. Rechazaba por igual los atentados de ETA que los actos de kale borroka. Tachaba la violencia callejera de «estrategia diabólica», además de considerar «una estrategia perfectamente diseñada u organizada».
Durante un tiempo compaginó su actividad política con la de empresario, destacando en este campo como responsable de Cegasa, industria dedicada a la fabricación de pilas y bienes de consumo para el hogar, fundada por su familia el año de su nacimiento. Aficionado a la montaña, patrocinó la primera expedición española al Everest, bajo el nombre de Tximist, en 1974, que se quedó a apenas 300 metros de la cima.
Casado y con cuatro hijos, murió sin ver un País Vasco en paz.
Eli Galdós Zubia, político y empresario, nació en Oñate (Guipúzcoa) el 18 de mayo de 1934 y falleció el 8 de abril de 2007.