Martes, 10 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6323.
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MEDIO AMBIENTE / El cultivo de aceite de palma para producir biocombustibles amenaza al gran simio / España colabora en su recuperación, pero compra este producto
Los orangutanes desaparecerán en 10 años si no se frena la deforestación
ROSA M. TRISTAN

MADRID.- Sólo en una década los orangutanes pueden extinguirse en las islas de Borneo y Sumatra, sus únicos ecosistemas. El biocombustible producido con aceite de palma, que comienza a considerarse una alternativa al petróleo, puede dar la puntilla a una especie que ya estaba seriamente amenazada por la deforestación provocada por la industria maderera, el tráfico ilegal de animales exóticos y la caza.

Los últimos datos apuntan que en Sumatra (Indonesia) quedan sólo entre 5.000 y 7.500 ejemplares, separados en 13 poblaciones aisladas en el norte de la isla; en Borneo se estima que sobreviven entre 15.000 y 20.000, un tercio de los que se contabilizaban a finales de los años 90. Se estima que un tercio murió durante los incendios de 1997 y 1998, en los que se acusó a 167 compañías madereras de provocarlos. Finalmente, sólo se investigó a 46 de ellas.

Hoy, la escasez de individuos afecta seriamente a su reproducción, algo que se repite en las tres subespecies existentes. «Se considera que el orangután estará muerto genéticamente dentro de entre cinco a 10 años. Para entonces no habrá suficientes animales para que la especie sea viable», ha declarado a Efe la veterinaria Karmele Llano, que trabaja en Indonesia en su conservación.

Desde siempre, la deforestación ha sido el gran enemigo de los orangutanes. La primatóloga Biruté Galdikas ya alertó de este problema hace décadas, pero su voz no fue suficiente: si sólo en 10 años ha desaparecido el 40% de estos hermosos primates, la culpa es de la tala indiscriminada de bosques primarios. Según denuncia WWF/Indonesia, en Borneo queda la mitad del bosque primario que había en 1950; y en Sumatra se siguen perdiendo 37.400 hectáreas al año.

Bollería y cosméticos

A medida que desaparece el bosque, surgen plantaciones de palmeras para producir aceite. Sólo Indonesia tiene seis millones de hectáreas dedicadas a este cultivo (de 11 millones de hectáreas en todo el mundo). «Ese aceite se utiliza para biocombustible, que no es tan ecológico como lo pintan, y también es demandado por las multinacionales para bollería industrial y cosméticos», explica Ugo Blanco, coordinador de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) en Indonesia.

La AECI, junto con el Ministerio de Medio Ambiente y la Unesco, inició en 2005 un proyecto de ayuda a la recuperación de los orangutanes en el Parque Nacional de Gunung Leuser (Sumatra). «Aquí hay kilómetros de plantaciones de palmeras. Las compañías las consideran bosques, aunque carecen de fauna porque los orangutanes huyen en busca de comida a otros sitios, aislados unos de otros. A menudo les encontramos desnutridos, con los dientes rotos por comer madera», relataba ayer por vía telefónica.

La destrucción de 250.000 casas por el tsunami ha sido un factor más que sumar al desastre. Para levantarlas de nuevo ha sido necesaria mucha madera.

El proyecto de la AECI trata de fijar los límites del parque (de un millón de hectáreas) y ayudar a eliminar la tala ilegal mediante la reconstrucción de infraestructuras para los vigilantes y cursos de formación tanto para los guardabosques como para el personal del centro de recuperación. Hasta allí llegan muchos ejemplares incautados a traficantes. De hecho, se calcula que un millar de orangutanes son secuestrados en el bosque cada año. «Allí les enseñan a vivir en libertad, a hacer nidos en los árboles. Muchos llevaban años domesticados; la población de Sumatra ni siquiera sabe que es ilegal tenerlos en casa; otros se los llevan a China», afirma Blanco.

El coordinador de la AECI reconoce que en año y medio han logrado fortalecer la protección del parque, que a nivel oficial es escasa. En febrero los gobiernos de Indonesia, Malasia y Brunei firmaron una declaración histórica, bautizada como Corazón de Borneo, con la intención de preservar la biodiversidad de esta isla. Pero Ugo Blanco es poco optimista: «El aceite de palma da muchos beneficios a Indonesia. Incluso España lo importa. La declaración es un paso simbólico», argumenta.

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