Martes, 10 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6323.
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 CULTURA
Giovanni Quessep, el hallazgo
El escritor colombiano reúne su poesía, exuberante, exótica pero también íntima y personal, para los lectores españoles
LUIS ALEMANY

MADRID.- El poeta colombiano William Ospina esperaba estupefacto a las puertas del convento de Santo Domingo de Cartagena de Indias a eso de las 19.30 horas del pasado 28 de marzo. Allí había sido citado para leer sus versos junto a otros escritores en un acto, a priori íntimo, llamado La noche de la poesía iberoamericana. Sin embargo, la multitudinaria asistencia de público obligó a cerrar las puertas del convento, daba igual si el que esperaba fuese Ospina o Enrique Vila-Matas (también bloqueado en la calle).

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Por fin, alguien se apiadó del poeta y permitió su entrada al claustro del convento, donde ya sonaba una inmensa ovación. En pie, un sesentón delgado y de rasgos finísimos, perfectamente desconocido para los españoles que estaban en la sala (por esos días se celebraba en Cartagena el Congreso del Idioma), recibía los aplausos, los más conmovedores de los que habrían de escucharse en toda la noche. Se llamaba Giovanni Quessep (San Onofre, Colombia, 1939) y de su boca salieron entonces unos versos sonoros, románticos y perdidos en el tiempo... Persigo la memoria de algún jardín nocturno, / las ramas del olivo; / para vivir me basta lo que he amado. Después, sonrió, tímido.

Quessep, nunca antes editado en España, celebraba, además del afecto de sus paisanos, la publicación de Metamorfosis del jardín (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores), la recopilación de su poesía que ha de darle a conocer a este lado del Atlántico.

«Sí, claro, esto de la literatura y el público en Colombia es algo asombroso...», comentó el escritor tras el acto, casi con incomprensión, como si no hubiera pasado sus 67 años de vida entre el Caribe y Bogotá. El primer trato y el aspecto de Quessep (el único trajeado de la noche cartagenera) pueden hacer pensar que su caso es, uno más, el del patricio latinoamericano redimido por las letras.

Sin embargo, el prólogo de Metamorfosis del jardín, firmado por el editor antioquieño Nicanor Vélez, revela una historia personal mucho más novelesca. Quessep, en realidad, es el nieto de un emigrante libanés llegado al Caribe en los últimos años del siglo XIX, donde, tras algunas idas y venidas, se dedicó a la venta ambulante, como tantos turcos (en realidad, árabes que huían del Imperio Otomano) y melquiades de la zona...

Una generación después, el primer Quessep colombiano (el padre del poeta) ya es artesano, juega al béisbol, regenta un cine de pueblo y apoya al Partido Liberal con tanta energía que los conservadores de la comarca lo arruinan. Con todo, el idioma en el que crece su hijo Giovanni es el árabe y los cuentos que llenan su cabeza de imágenes vienen de Oriente.

¿Demasiado bagaje?

A ese poso se van sumando hitos en la educación de Quessep: el Modernismo, La Divina Comedia, el Siglo de Oro, la generación del 27 (ya en los tiempos universitarios en Bogotá), el Renacimiento italiano (aprehendido durante su estancia en Perugia)... Es decir, un bagaje completo, más rico que el que solía acompañar a sus hermanos mayores: los poetas informalistas y los nadaístas colombianos.

¿Demasiado bagaje? Según cuentan quienes conocen su caso, Quessep no sólo ha tenido que arrastrar la condena a no ser editado en España; también en Colombia ha soportado lecturas simplistas, tópicas y, a veces, hasta malintencionadas. Según Nicanor Vélez, de la obra de Quessep se piensa que, como suena bien y habla de amor, su autor es un imitador de Rubén Darío; como incluye arabismos, es sospechosa de posmoderna y afectada; como se viste con alusiones a la Historia de la literatura, carga con sobrepeso de cultismos y es ajena a la realidad...

Casi nadie, hasta ahora, ha caído en el hombre que se entrega en sus versos: Vendrá la noche en que serás por siempre / vendrá un relámpago de oscura plata / vendrá, si vienes, y un dolor más puro / podré ofrecerte. Por ejemplo. La ovación de Cartagena y el debut del poeta en las librerías españolas indican que a Quessep le ha llegado, al fin, su hora.

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