Es la esencia del fútbol. El jugador que conduce la pelota se enfrenta a un atacante. Le encara. Hace un movimiento lateral con una de sus piernas, toca ligeramente el balón hacia un lado, sortea al contrario y sigue avanzando. Este gesto brusco de la pierna hacia un lado -que aumenta la rotación de la tibia sobre el fémur-, unido a los modernos diseños de las botas, puede explicar las sobrecargas que desembocaron en la gran epidemia de lesiones de rodilla del pasado otoño.
Podría ser la respuesta al misterio que trajo de cabeza en octubre y noviembre a los médicos del fútbol español y aparece en el último número del prestigioso American Journal of Sports Medicine, que se publica esta semana. Se trata de una investigación del traumatólogo Rajiv Kaila, de la Universidad de Cardiff (País de Gales). El doctor Kaila ha evaluado la sobrecarga que sufren las rodillas (en ausencia de golpes o choques), empleando las modernas botas y comparando las tensiones generadas cuando el jugador efectúa una acción de regate iniciada con un movimiento lateral con las que existen cuando corre con el balón hacia delante.
En la investigación participaron 15 futbolistas profesionales que utilizaron distintos tipos de botas de fútbol de diseño moderno -con números variables de tacos- y ensayaron movimientos de carrera normal hacia delante y movimientos de regate con inicio lateral (en ángulos de 30 y 60 grados). El estudio se hizo en un laboratorio deportivo y se efectuaron todo tipo de mediciones de fuerzas en la tibia, así como la tensión sobre las estructuras de anclaje en la cara anterior de la rodilla.
Los resultados mostraron que los movimientos laterales al comienzo de un regate son los que mayor sobrecarga generan en la rodilla. Cuanto más lateral era el gesto de inicio del regate, mayor era la sobrecarga en los ligamentos cruzados anteriores.
El doctor César Cobián -presidente de los médicos españoles de fútbol- opina que las conclusiones del estudio de la Universidad de Cardiff son muy lógicas. «Las lesiones de ligamentos cruzados se producen cuando el apoyo de la bota cede al haber flexión forzada y rotación y esto se da en muchos regates. No obstante, en la encuesta descriptiva que estamos llevando a cabo de las 17 lesiones producidas esta temporada, aparecen diferentes tipos de botas, de diversos fabricantes».
La encuesta que analiza la epidemia de lesiones (16) producida el pasado otoño -un dato que agranda más el enigma es que en los meses de invierno sólo ha habido una, la de Valera- sigue su curso, aunque a un ritmo más lento del esperado. El doctor Xavier Peirau, uno de los mayores expertos españoles en biomecánica, está efectuando el difícil trabajo de la recogida de datos de todos los clubes y el análisis estadístico posterior. Será allí, en el equipo científico del INEF de la Universidad de Lleida, donde se conozcan las conclusiones de la encuesta.
En otoño hubo quien apuntó a la saturación del calendario, que apenas permite a los futbolistas profesionales contar con tiempo -partidos cada tres días y entrenamientos exigentes- para la recuperación de músculos y tendones, pero también de las articulaciones y sus ligamentos, principales víctimas de esta plaga.
Hierba.
No faltaba quien señalaba a los terrenos de juego como responsables de las roturas de ligamentos cruzados. La creciente tendencia a mezclar porciones de hierba artificial entre el césped natural ha creado una nueva modalidad de hierba mixta que puede jugar también su papel a la hora de desestabilizar los apoyos.
Las botas de fútbol, por último, han estado siempre en el centro del debate. En los últimos cinco años, los fabricantes de calzado deportivo han empleado materiales cada vez más ligeros y flexibles. La única obsesión es que la bota no pese, pero parecen haber olvidado cualidades decisivas en la protección del pie: la firmeza, la sujeción y la estabilidad. Los expertos coinciden en que las suelas de las botas son cada vez más inestables. El hecho de que se hayan ido abandonando progresivamente los tacos de aluminio ha redundado en una menor firmeza en la superficie inferior de la bota porque estos tacos requerían una suela estable para su sujeción.
Antes, las lesiones de rodilla eran consecuencia de entradas muy duras o de saltos difíciles con caídas inestables. Ahora, no. Lo que es indudable es que estamos asistiendo a una nueva versión de lesiones de los ligamentos cruzados en las que el futbolista se lastima sin golpe alguno, sin choque. Los científicos apuntan ahora a los movimientos laterales del regate, unidos a las nuevas botas de fútbol. ¿Estamos más cerca de solucionar el enigma?