Martes, 10 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6323.
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 DEPORTES
BALONCESTO / Final de la Copa ULEB
Regreso al futuro
EL MADRID PELEA HOY POR EL TITULO DE LA ULEB, ANTE EL LIETUVOS, EN LA CIUDAD DONDE PERDIO SU ULTIMA FINAL, EN 2004 HAN PASADO 10 AÑOS DESDE SU ULTIMA CONQUISTA CONTINENTAL
LUIS FERNANDO LOPEZ. Enviado especial

CHARLEROI (BÉLGICA).- Por la decrepitud ambiental y por su pretérito floreciente de fábricas humeantes y yacimientos minerales sin fondo, Charleroi tiende puentes con su huésped, un Real Madrid todavía gris. Por eso pasea por la Copa ULEB, aunque seductor por el ayer de metales nobles encadenados durante décadas, extinguidos con la modernidad. Atraen sus títulos por decenas y su escudo, el de mayor gancho del continente. «¿Alguna pregunta en lituano?», se interesan desde la tribuna antes de poner la cancela en la comparecencia oficial de prensa. Y levanta la mano un periodista, que ni lo intenta, tal vez acobardado entre cuatro decenas de informadores españoles. Dos rivales así de alejados en su atractivo mediático, y en cada pliegue que se explore, se enfrentan esta tarde (19.30 horas, La Sexta), con un trofeo en liza.

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No había nacido el Lietuvos Rytas cuando el Real Madrid conquistó su último título europeo, la Recopa de 1997, con Bodiroga, Arlauckas y Herreros; los lituanos de Vilnius ya ganaron la Copa de la ULEB en 2005 y su rival blanco la despreció en 2004, en la misma ciudad donde aquel curso finiquitó el enésimo proyecto y ahora busca entibar el presente, en plena refundación.

El conjunto de Joan Plaza crece desde la apuesta inaugurada este verano. «Somos un club con un presidente nuevo, con otra directiva, con una dirección retocada en el baloncesto, y vencer en esta competición sería un espaldarazo de seguridad, importante por la gente que apostó por una línea de trabajo que tenía que dar sus frutos. Nos merecemos ser capaces de triunfar», comenta el entrenador blanco, a la espera de recolectar hoy. Enfrente, el Lietuvos Rytas, que comparte con su rival la ambición de serenarse, en su caso, después de una temporada en la que mudó a sus americanos y al entrenador. «Queremos el título», sentencia, parco, cortante, malencarado, Alexander Trifunovic, el técnico del bloque lituano, que añade: «Y deseamos la plaza para la Euroliga».

El torneo.

Cuestionado queda cualquier torneo que se engrandece en función de dar la opción de disputar otro, aunque ciertamente el título en juego comporta un valor deportivo en sí mismo superior al observado en el análisis pueril heredado de otras temporadas. La ULEB, segunda competición continental, no es aquélla en la que el Madrid se hizo finalista en 2004, pese a ejercitarse con total discreción en las rondas previas. Perdió con el Hapoel Jerusalén, un 13 de abril en que Felipe Reyes acabó de entrenarse con Estudiantes y se marchó con algunos compañeros a seguir las evoluciones del conjunto blanco por televisión, en un bar adyacente al Palacio de Vistalegre. «Todos mis compañeros querían que perdiese el Madrid». Él era más reservado, pues su hermano Alfonso pertenecía a la plantilla derrotada y, además, vislumbraba en el horizonte el cambio de barrio, consensuado meses después.

Felipe Reyes personifica ahora la pujanza blanca. Su actuación en la semifinal, en la ida y en la vuelta, ante el Unics Kazan le confirman como estrella de un colectivo con vocación de perseverar. Una decepción en la ULEB ante un oponente inferior por talento, amplitud de banquillo y muestrario, sumada a la frustración de la Copa del Rey (entonces se excusó el desliz por el cansancio, despreciable en las circunstancias actuales), colocaría en mala situación el andamiaje. «Sabemos qué es perder una final este año. Bajamos el nivel y no queremos hacerlo otra vez», comenta el pívot belga Axel Hervelle. «Pero en Europa siempre hemos ido creciendo, y hay vida después del duelo con el Lietuvos», corrige, y reduce la presión Joan Plaza, que no deja de admitir: «La victoria nos permitiría jugar en la Liga sin la mochila de responsabilidad de clasificarnos para la Euroliga». Su desenlace, la Final Four, la acogerá Madrid en 2008, pero se empieza a pelear en Charleroi. «A vida o muerte», que dice Hervelle.

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