Martes, 10 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6323.
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Ocio / Historia
¿Tortugas gigantes en la M-30?
La exposición 'Un viaje al pasado', en el Museo de los Orígenes, muestra los hallazgos arqueológicos encontrados en las excavaciones por las obras de soterramiento de la vía de circunvalación
COTE VILLAR

Hace 16 millones de años Madrid presentaba el aspecto de una amplia sabana tropical en torno a un gran lago central poco profundo. Una ambiciosa ilustración que recrea los animales prehistóricos y el paisaje paradisiaco de un mundo extinguido es uno de los primeros impactos de la muestra M-30. Un viaje al pasado, que es bastante más que una exposición al uso. Es el «aperitivo», según Belén Martínez (jefa del área de protección del Patrimonio Arqueológico de la Comunidad de Madrid), de lo que todavía tardará un par de años en vislumbrarse: la reconstrucción de la historia de la capital a través de los miles de restos recogidos durante las obras de soterramiento de la vía de circunvalación.

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Todas esas huellas de los primeros madrileños están siendo estudiadas en la actualidad por un amplio equipo de paleontólogos y arqueólogos. Una representación, formada por los vestigios y fósiles más llamativos, se expondrá durante seis meses en la Casa de San Isidro, donde tiene su sede el Museo de los Orígenes. Allí, entre la oscuridad de la estructura expositiva, brillan con luz propia las pertenencias de los primeros homínidos madrileños. O el hogar donde se calentaban los últimos cazadores recolectores, encontrado en el Parque Darwin, uno de los pocos yacimientos epipaleolíticos en el interior peninsular y el único ejemplo hasta el momento en la región.

La exposición se vertebra en cuatro módulos que abarcan, en realidad, dos grandes áreas cronológicas. En la primera unidad se muestra el aspecto de Madrid hace 16 millones de años. La segunda lleva a los márgenes de un joven Manzanares, que empezó a ser frecuentado por homínidos hace 300.000 años. Los materiales recuperados ilustran todas las fases culturales de la Prehistoria, desde el Paleolítico inferior hasta la Edad del Hierro, en ocasiones con un extraordinario valor científico. En la tercera unidad, varios yacimientos de época romana, visigoda y medieval acercan al desarrollo de Madrid previo al establecimiento, ya en la Edad Moderna, de la capitalidad de España.

Si existe algo que haya permitido conocer mejor a nuestros vecinos del pasado ha sido, en opinión de Belén Martínez, «el descubrimiento del primitivo puente de Segovia», del que «no se conservaba ningún grabado ni testimonio gráfico de cómo era». Aunque si tuviera que elegir el objeto más especial, no podría: «La propia existencia de la muestra lo es». «Que una obra pública tan importante como el soterramiento de la M-30 incorpore a un equipo tan ingente de arqueólogos y paleontólogos es un absoluto éxito». Atrás quedan los parones en las obras por los hallazgos arqueológicos, los aumentos de presupuesto y la final comprensión mutua. La jefa del área de protección de Patrimonio recordó las primeras peleas «para hacer el seguimiento arqueopaleontológico de las obras», algo que también el alcalde rememoró durante la inauguración oficial de la muestra.

Ahora, después de tres años de trabajo, los movimientos de tierra ya se han acabado. «Estamos estudiando e inventariando toda la información recogida durante este tiempo», explica, en un proceso que aún les llevará «entre dos y tres años».

El río y su ribera gozan de la máxima protección legal desde 1993, cuando fueron declarados Zona Arqueológica por la Comunidad. Este dato fue recordado por Ruiz-Gallardón durante su intervención, en la que ensalzó el papel del río como «generador» de la vida en Madrid. «Y así fue hasta el momento de la gran herida, en los años 60, cuando la construcción de los dos ramales de autopista secuestró el río a los madrileños».

De mucho más lejos en el tiempo vienen los fósiles de tortugas gigantes encontrados en las excavaciones del túnel de la calle de O'Donnell. También los más de 1.000 restos fósiles de mastodontes, jabalíes o cervoidos encontrados en el yacimiento de La Hidroeléctrica, junto al paseo de la Virgen del Puerto. El húmero de rinoceronte hallado en la Casa de Campo permite imaginarse un paisaje ostensiblemente distinto al actual. Aunque si de fantasía se trata, las huellas de aquel proyecto faraónico del Real Canal del Manzanares -el soñado río navegable- también pululan por la exposición.

Tras seis meses en la Casa de San Isidro, los restos encontrarán su morada en el Museo Arqueológico Regional de Alcalá de Henares.

M-30. Un viaje al pasado.

Hasta el 30 de septiembre, en el Museo de los Orígenes (plaza de San Andrés, 2).

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