WASHINGTON.-
El cuarto aniversario de la toma de Bagdad pasó ayer en EEUU sin mucha alharaca, mientras continuaba el debate en torno a una guerra que requiere cada vez más esfuerzo y es cada día menos popular. Los principales diarios del país pasaron por alto el aniversario y las cadenas de televisión tampoco emitieron programas especiales, informa Efe.
En Irak han muerto más de 3.260 soldados estadounidenses y otros 25.000 han resultado heridos. En Washington, el Congreso, ahora dominado por los demócratas, y el presidente, están enzarzados en una auténtica batalla política sobre como actuar en el país de Oriente Próximo. Casi tres meses después que George W. Bush ordenara un incremento de más de 25.000 soldados para el contingente de 140.000 que estaba en Irak, el general William Caldwell, comandante de la Fuerza Multinacional en el país árabe, dice que empieza «a notarse más seguridad» en la capital.
En cuanto al resto de Irak, el panorama es menos optimista. Según Thomas Donnelly, del American Enterprise Institute, la campaña de Irak ha tenido «fases», y EEUU no estaba preparado para lo que siguió a la primera etapa de invasión exitosa. «Hubo seis meses de caos e incertidumbre», afirmó, añadiendo que su país y sus aliados «desperdiciaron gran parte de la iniciativa que se tuvo con la invasión y no proporcionaron seguridad mientras la insurgencia germinaba». La segunda etapa «fue cuando la insurgencia suní quiso restablecer el régimen de Sadam», aunque luego los rebeldes «pasaron a ser dominados por Al Qaeda en Irak. La tercera y última etapa, la de mayor violencia sectaria, ha «coincidido con el deseo de Estados Unidos de mantener una presencia más discreta». «El año 2006 fue un año muy malo", añadió Donnelly.
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