JACOBO GARCIA. Especial para EL MUNDO
MÉXICO D.F.-
Al borde de su muerte por inanición, ocho presidentes latinoamericanos intentan desde ayer sacar del coma en el que vivía el Plan Puebla Panamá (PPP), puesto en marcha hace seis años por los países de la región para integrar comercio, energía e infraestructuras entre México y Centroamérica.
Creado para equilibrar las diferencias en la región, los mandatarios de Centroamérica, México y Colombia como observador, iniciaron ayer en Campeche (México) la cumbre extraordinaria del PPP. Las protestas sociales de los últimos años y los recelos de los mandatarios regionales hacia las políticas neoliberales que impulsa, mantenían en el congelador un proyecto que rescata el presidente mexicano Felipe Calderón en su intento por recuperar el liderazgo regional. Uno de los puntos importantes será además la puesta en marcha de una refinería centroamericana y para la que Petróleos Mexicanos (PEMEX) mueve sus fichas.
A la cumbre de Campeche, en la península de Yucatán, de dos días de duración, asisten los presidentes de Costa Rica, Oscar Arias; Guatemala, Oscar Berger; El Salvador, Antonio Saca; Honduras, Manuel Zelaya; Panamá, Martín Torrijos; Belice, Said W. Musa, y el de Colombia, Alvaro Uribe, mientras que Nicaragua está representado por su vicepresidente, Jaime Morales. El objetivo del encuentro, que concluye hoy, es «relanzar» un proyecto que nació en 2001, impulsado por Vicente Fox y con el aval de Estados Unidos y el BID (Banco Interamericano de desarrollo). Sin duda, uno de los temas estrella es la puesta de una refinería centroamericana, iniciativa impulsada también por México y que busca la construcción de un complejo petrolero en la región.
Según el proyecto, la refinería regional mesoamericana produciría 360.000 barriles, de los cuales México se compromete a proveer, durante 20 años, 240.000 barriles de crudo. Cuatro compañías de la India, China, EEUU y Japón se disputan la construcción del complejo petrolero, mientras que Costa Rica, Guatemala y Panamá pelean por ser la sede, pues la construcción de la refinería, prevista para 2008, emplearía a 15.000 personas y a 1.500 cuando entre en operación, en el 2012.
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