Una mentira no tendría sentido si la verdad no fuera percibida como peligrosa (Alfred Adler)
OPINION
Impresiones
Gran Bretaña, Irán y su respectiva propaganda
El Ministerio de Defensa británico echó ayer marcha atrás ante el escándalo generado por su decisión de permitir a los 15 soldados que fueron retenidos por Irán la venta de exclusivas para relatar su experiencia. Esta rectificación llega tarde, pues dos de ellos, incluida la única mujer del grupo, ya han cobrado sustanciosas cantidades por sus apariciones mediáticas. Pero lo más sorprendente es que las autoridades británicas hayan necesitado la reacción adversa de gran parte de la opinión pública para darse cuenta de su inmenso error. Especial razón para sentirse ofendidos tenían los familiares de soldados muertos en Irak. Al fin y al cabo, los 15 marines nada hicieron salvo dejarse capturar y propagar después el mensaje que Irán quiso en su televisión, una acción aparentemente más rentable que la de dar la vida o ser herido en el curso de una misión. Si lo que quería el Gobierno de Blair es que los liberados confirmasen que las imágenes de Irán eran una farsa, podría haberlo hecho sin mediar pago alguno, con una rueda de prensa a la que pudieran acceder todos los medios y en la que los soldados ofrecieran una verdad que no tuviera que ajustarse a las características propias de una exclusiva. Mucho más contundentes y efectivos siguen siendo los ejercicios de propaganda de Irán, que ayer anunció a bombo y platillo que ya enriquece uranio a gran escala. Un desafío al que la ONU debe responder.