A María Magdalena le sentó muy mal su fiesta de cumpleaños. Fue ese día cuando constató que su novio enviaba mensajes telefónicos habitualmente a una amiga, y lo supo porque examinó el teléfono móvil de Beatriz, la otra. Y aquel día, la bronca se la llevó la otra, en forma de golpes y de un corte de pelo a tijeretazos, violento y traumático, tanto, que la Fiscalía ha calificado estos hechos como un delito contra la integridad moral.
Sucedió en noviembre de 2005 y el fiscal atribuye el brutal corte de pelo al cumplimiento, al parecer, de las leyes gitanas, comunidad a la que pertenecían las mujeres y los participantes de la fiesta de cumpleaños. Según la Fiscalía, las otras personas que estaban allí se limitaron a presenciar los hechos «con risas o ánimos a la acusada en algún caso concreto».
Históricamente, más allá de lo que la tradición gitana penalice, el rapado del cabello a las mujeres ha sido un castigo físico pensado para denigrarlas públicamente. Tras el corte de cabello, las víctimas eran expuestas luego a la vista del público, para su escarnio, y les prohibían cubrirse el cabello. En la retina de los cinéfilos queda el recuerdo de la protagonista de La hija de Brian, la película de David Lean, que es castigada a tijeretazos por una infidelidad mientras la insulta y veja todo el pueblo.
También una primeriza ópera de Puccini, Manon Lescaut, recoge en uno de sus fragmentos el momento en que le rapan el pelo a la protagonista como castigo por mantener relaciones con los alemanes del Ejército de ocupación.
El corte de pelo de Beatriz llega hoy a juicio, ante la sección tercera de la Audiencia de Barcelona. Según la Fiscalía, María Magdalena celebró en su casa su fiesta de cumpleaños con un grupo de allegados, entre ellos, Beatriz. Al poco de llegar a la casa, la procesada empezó a recriminarle que se enviara mesajes de teléfono con su pareja sentimental, «constando dicha circunstancia tras examinar el teléfono móvil de Beatriz».
El escrito de acusación sigue con las supuestas bofetadas que la acusada propinó a la víctima antes de ordenarle que se sentara en una silla. Beatriz accedió, y en tal posición, María Magdalena «utilizando unas tijeras de punta redonda, procedió a cortarle el pelo de forma traumática y desordenada, sin atender a criterio estético alguno y, desde luego, contra la voluntad de Beatriz».
Cada vez que la agraviada intentaba levantarse de la silla, o apartar las tijeras, recibía golpes, según la Fiscalía. Una menor de edad, por su parte, garantizaba que no pudiera huir al cerrar la puerta del salón.
A consecuencia de los hechos, Beatriz sufrió «un corte traumático de pelo que redujo la longitud de sus cabellos de forma muy notable, sin atender a criterio estético de ningún tipo», cuenta la Fiscalía.
La acusación pública reclama una indemnización de 6.000 euros por los daños morales que ocasionó esta acción a la víctima, así como otros 300 euros en compensación por la destrucción del teléfono móvil de Beatriz, que «quedó inservible» tras ser arrojado contra el suelo por María Magdalena antes de dejar que la otra joven se marchara.