Un área equivalente a 14 campos de fútbol, 6.600 expositores de más de cien países distintos, 350.000 nuevos productos cada año y unos 300.000 asistentes, provocan en el recién llegado lo que Sergio Vila-Sanjuán llama el «síndrome de Frankfurt».Es decir: los editores temen que, dada la magnitud de la oferta, se perderán el gran libro; los periodistas tienen la impresión de estar perdiéndose el gran acto, y los faranduleros se resisten a dejar escapar el gran cotilleo. Por eso, para no perder ni los nervios ni la paciencia, ante todo cabe situarse.

Después de 13 viajes a la feria como cronista de La Vanguardia, Vila-Sanjuán puede dar algunos consejos. Su Guia de la Fira de Frankfurt per a catalans no del tot informats (La Magrana) es un compendio de datos útiles y biográficos que ayudan a poner las cosas en su sitio. Desde que se publicó que el próximo octubre la cultura catalana será la invitada de honor de la feria, se ha escrito mucho sobre el encuentro editorial más importante de Europa. Pero, ¿sabe el lector a qué se refieren los medios y los políticos?

Por una parte, está la definición histórica: tras la separación de las dos Alemanias, la gran capital del libro -que era Leipzig- se quedó en el lado comunista. La RFA se dio cuenta de que se les asociaba con el nazismo, y creó un nuevo mercado del libro comprometido con aquellos países de cultura periférica. No en vano, la Feria de Frank-furt otorga el Premio de la Paz.

Otra de las definiciones de la Feria por la que optó Vila-Sanjuán ayer fue: «Es como una película de Antonioni, donde todo el mundo se va reencontrando constantemente». Lo hizo durante la presentación del libro, delante de lo único que se puede comer en la Feria: un frank-furt. Y es que la saturación de oferta editorial en el evento alemán es inversamente proporcional a las posibilidades gastronómicas. Por eso, una vez que el recinto cierra sus puertas, los editores quedan en algunos bares emblemáticos de la ciudad para acabar de cerrar los tratos.

Según el autor, el primer catalán que descubrió de qué iba el negocio fue Carlos Barral, que empezó a frecuentar la Feria en los años 50, importando de allí la mejor literatura del momento.Gabriel Ferrater conoció a su mujer Jill Jarrell, y José Luis de Vilallonga también ligó. Con otro resultado.

No son éstas las únicas anécdotas que recoge el libro de Vila-Sanjuán.La pasión que despiertan las subastas, así como las polémicas, también tienen su lugar en el libro. Por lo visto, la eterna discusión sobre qué cultura catalana debe ir a Frankfurt sólo ha sido una más de las múltiples incidencias que ha tenido la Feria. Cuando España fue la invitada de honor en 1991, por ejemplo, Camilo José Cela no acudió; y los escritores austríacos de más renombre rehusaron hacer el discurso inaugural cuando Austria fue la homenajeada.

Mezcla de historia literaria, historia editorial y periodismo, la guía de Vila-Sanjuán ubica la próxima expedición catalana en un lugar más allá de la política. Lo que no quita que él también haya hecho sus apuestas sobre el autor que presentará el acto.Su candidato: Baltasar Porcel. Si pierde, también le hará perder a él.