ELENA CUESTA
BARCELONA.-
Acaban de recuperar los pelos de Ramsés II -que se mostraron ayer en El Cairo- pero quieren más. El Gobierno de Egipto reitera su empeño en rescatar las piezas arqueológicas que permanecen «ilegalmente» fuera del país y el objetivo en el que están trabajando en estos momentos se halla en Barcelona, según explicó ayer Zahi Hawass, secretario general del Consejo Superior de Antigüedades Egipcias, que es el organismo que decide las excavaciones que se realizan en el país.
Su nombre es Nefert y era la mujer de un noble. Mide 43 centímetros, es de piedra caliza policromada y fue esculpida hacia el año 2500 antes de Cristo. Ésta es la figura que el Gobierno egipcio reclama, que el museo de Barcelona ha puesto a disposición de las autoridades egipcias y que todavía reside en la vitrina a la espera de que los egipcios muevan ficha. Y es que Hawass manifestó en septiembre que un grupo de expertos viajaría a la capital catalana para ver la escultura y determinar si fue extraída del país de manera ilegal, pero «no ha ido nadie a ver la figura y pueden venir a hacerlo cuando quieran, porque el museo siempre ha mostrado su total colaboración con el Gobierno egipcio desde el principio del litigio», explicó ayer Ildefonso Falcones, abogado del Museu Egipci de Barcelona, en defensa de la nueva reclamación -verbal y ante los medios de comunicación- de Zahi Hawass.
Falcones recordó también que Jordi Clos, presidente de la Fundació Arqueològica Clos, ha manifestado por escrito al Gobierno egipcio que se compromete a entregar la figura, «renunciando incluso a la indemnización».
Si el Gobierno egipcio demuestra que la estatua cruzó las fronteras de manera ilegal, puede reclamarla al museo a cambio de una indemnización, puesto que está demostrado que la pieza fue adquirida legalmente -se compró a una galería suiza de antigüedades, se declaró en la aduana y se ha pagado el IVA correspondiente- y se entiende que el adquiriente no tiene la culpa de que la obra haya salido del país burlando a las autoridades.
Tanto Zahi Zawass como Faruq Hosni, ministro de Cultura de Egipto, mostraban ayer en El Cairo su satisfacción por la recuperación de un mechón de cabello de Ramsés II que se había puesto a la venta en Internet. Pero las autoridades egipcias se pusieron en marcha y pudieron evitar tal sacrilegio. Jean-Michel Diebolt, un cartero francés de 50 años, quiso subastar en la red un puñado de cabellos del faraón que construyó el templo de Abu-Simbel y que reinó entre 1279 y 1213 antes de Cristo. Diebolt heredó el mechón de su padre, que formó parte del equipo de investigadores que estudió la momia del rey en 1976, cuando fue trasladada del Museo Egipcio de El Cairo a Francia.
Hosni no podía ayer ocultar su satisfacción y afirmó que «ni siquiera un mechón de pelo debe estar fuera de Egipto» sin el consentimiento del país. De ahí que la campaña contra los extravíos de joyas arqueológicas sea tan fuerte. El interés por repatriar las piezas más simbólicas de la historia de Egipto incluye el busto de Nefertiti -una de las piezas estrella del Museo Egipcio de Berlín- y la piedra de Rosetta -con cuyas inscripciones pudo descifrarse por fin el lenguaje jeroglífico-, que se muestra, tras un grueso cristal, en el British Museum de Londres.
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