Es más que probable que los hijos de sus nietos no puedan llegar a disfrutar de las playas del Levante español. Entre 20 y 40 metros está previsto que retrocedan de aquí a final de siglo, debido al calentamiento del planeta. Nuestro país, como el resto del entorno mediterráneo, sufrirá más sequías e incendios, dispondrá de menos energía hidráulica y deberá cambiar su producción agrícola. Será el adiós a las legumbres y al vino, que se desplazarán hacia el norte de Europa y habrá olas de calor como la que hubo en 2003 con más frecuencia.
Este es el lúgubre retrato que se incluye en el informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático de la ONU (IPCC), en lo relativo al ecosistema del sur del continente. En sus conclusiones se indica que España será una de las zonas que más perderán a corto plazo con el aumento de las temperaturas, aunque acabará afectando a todos. El cambio del clima, indican, ya es irreversible y los gobiernos deberán invertir en planes que palíen sus consecuencias.
Los científicos José María Moreno y Miguel B. Araújo (portugués) precisaron ayer, durante la presentación de estos datos en el Ministerio de Medio Ambiente, que las áreas más afectadas serán el norte de la península y las zonas costeras, además de los deltas y los humedales. «Ya hemos detectado cambios en los organismos y el 90% de los datos recogidos son consistentes con un calentamiento global que sólo se explica por el factor antropogénico [es decir, producido por el ser humano] en los últimos 30 años», explicó Moreno.
El secretario de Estado para el Cambio Climático, Arturo Gonzalo Aizpiri, recordó que el Gobierno ya ha puesto en marcha medidas para reducir las causas del cambio en el clima (las emisiones de CO2) y para adaptarse al fenómeno. De hecho, mencionó que, en 2020, el 37% del consumo eléctrico provendrá de energías renovables y el 10% serán biocarburantes. «El nivel del mar aumentará casi medio metro al final del siglo y las playas desaparecerán donde la costa está urbanizada. También habrá que reforzar diques y puertos y, dado que las lluvias se reducirán un 40%, habrá menos recursos hídricos y un impacto en el cultivo de olivos y vides», auguró.
Temperaturas y sequía.
Los datos del IPCC indican que la temperatura subirá unos 2,5º C en este siglo, un aumento que ya se nota en las mejores cosechas de vino en Francia, pero que acabará con este cultivo al sur de los Pirineos. A cambio, habrá sequías intensas cada 10 años, como las que antes se daban una vez al siglo.
Diferencias entre norte y sur.
El calentamiento suavizará el clima en el norte de Europa en invierno, pero en el sur los veranos serán mucho más cálidos. Si a ello se suma la falta de lluvias, el resultado será que la productividad agraria y forestal crecerá en el norte y bajará en el sur, como ocurrirá también con el nivel de agua de los ríos.
Escasez de agua.
Para 2070 se calcula que un 35% de los europeos vivirán en zonas de estrés hídrico (escasez de agua): entre 16 y 45 millones de personas. Es más, el caudal de algunos ríos bajará hasta el 80% en verano, sobre todo en el sur del continente, un fenómeno que afectará a la producción de energía hidroeléctrica: se estima que disminuirá entre un 20% y un 50% en España.
Biodiversidad.
Al subir medio metro el nivel del mar, se perderán el 20% de los humedales y zonas costeras que hoy son hábitat de muchas especies. También los ecosistemas de alta montaña se verán afectados, sobre todo Sierra Nevada (Granada), donde podrían desaparecer el 60% de las especies; y los bosques del norte verde (de Galicia a Pirineos), donde el 95% de los reptiles y anfibios tendrán graves dificultades para distribuirse. Respecto a las plantas, el 50% de las 1.350 estudiadas en Europa pueden estar en peligro si no logran desplazarse. Y en el Mediterráneo, el calentamiento puede provocar muertes masivas de delfines. «Muchos organismos no podrán adaptarse al calentamiento; se estima que habrá que aumentar las áreas protegidas hasta un 40% y que las que ahora lo están dejarán de ser idóneas», señalaba ayer Moreno.
Menos turismo de sol y nieve
El cambio en el clima, según el informe del IPCC de la ONU, tendrá repercusiones económicas graves: se demandará más agua de riego y la productividad de legumbres, tubérculos y girasol caerá en picado. Aunque para 2050 encenderemos la calefacción dos o tres semanas menos, necesitaremos el aire acondicionado de dos a cinco semanas más. Si el sector agrario se verá afectado, no le irá mejor al turístico: es probable que los visitantes del Mediterráneo opten por no venir en verano para evitar el calor y prefieran la primavera o el otoño. También habrá menos turismo de nieve, por falta del blanco elemento. Los investigadores creen que los gobiernos deben adaptarse a todos estos cambios implantando sistemas de alerta de olas de calor, planes nacionales y sectoriales de e investigación de nuevos cultivos. Incluso indican que deberán tener en cuenta que muchos embalses dejarán de ser operativos. «Las emisiones, aún con el nivel del año 2000, producirán un calentamiento inevitable de 0,6ºC en este siglo, así que adaptarse es el único camino», señalaron los científicos.
