El hilo conductor es, por supuesto, el humor. Porque «como decía Chamfort, creo que un día en el que no se ríe se ha perdido definitivamente. Basta con mirarse en un espejo para encontrar motivos de sobra para la risa», asegura Zarraluki. Partidario de la ironía, «el humor fino», el escritor dice inscribirse en la tragicomedia, «de gran tradición en este país». Como tragicómica es la historia del ladrón de bancos que usaba como arma una bandada de periquitos y acabó en la cárcel, donde leyó el cuento que él mismo protagonizaba.

La historia es la siguiente. Zarraluki leyó la noticia en un periódico, la recortó y estuvo dándole vueltas a la idea de escribir un cuento con ella hasta que decidió narrar lo que había ocurrido «tal cual», según el artículo. Un ladrón neorrealista apareció en Galería de enormidades, su primera antología de cuentos, que acabó en la biblioteca de la cárcel, donde su protagonista la leyó.

La mayor parte de las historias de Zarraluki fueron primero artículos de periódico, así que no es de extrañar que sus protagonistas se encuentren en ellas. Aunque no últimamente. Hace siete años que no escribe cuentos y 18 desde que se publicó su última antología, la segunda, Retrato de familia con catástrofe. «Mi intención es volver al cuento en cuanto acabe la novela que estoy escribiendo», asegura el escritor.

La razón de que no lo haya hecho hasta el momento es que «las novelas se me cruzan», dice. Acaba una novela y ya tiene otra en la cabeza. Pero cuando acabe la que está escribiendo ahora (una historia sobre un padre y un hijo), intentará volver al cuento porque lo necesita.

«Creo que el cuento es un ejercicio necesario para el escritor», dice Zarraluki. Lo considera «un charco de aguas profundas» que puede «asustar». «Con la edad te entran miedos. Uno de ellos es a no saber escribir cuentos», dice, convencido, sin embargo, de que puede hacerlo. «He encontrado nuevas vías, todavía me quedan cosas por decir», asegura. Los nueve cuentos incluidos en la antología no son inéditos, pero sí estaban perdidos. Algunos se incluyeron en sus libros de relatos y el resto aparecieron en antologías de diversos autores.

Historias de encargo

«Me he dado cuenta de que algunos de mis mejores cuentos son encargos. Como El asesor del alcalde, que es un intento de revivir los Episodios Nacionales de la editorial Edaf», admite el escritor, para el que el humor es un punto de vista. «A través de él pueden tratarse grandes temas», dice y recuerda el caso de una de sus novelas, El responsable de las ranas, que Zarraluki escribió tras la muerte de uno de sus mejores amigos, para exorcizar demonios. «Una señora me dijo en una ocasión que era un libro espantoso, pero que se lo había pasado estupendamente leyéndolo. La suya fue la mejor crítica», dice el autor.

Convencido de que el cuento debería tener más lectores de los que tiene, Zarraluki reivindica el relato breve como el género propio del siglo XXI. «En un mundo en el que todo pasa tan rápido, el cuento debería triunfar», sentencia.