No es demasiado riesgo hablar de tres equipos ingleses en las semifinales de la Liga de Campeones. Ayer confirmaron tal extremo el Chelsea y el Manchester, y hoy debería mediar un cataclismo para que el Liverpool de Rafael Benítez no cumpliera el requisito para tal afirmación. Salió de Eindhoven la semana pasada con un 0-3 que asegura de manera casi matemática su pase esta noche. Se medirá a los de Mourinho, lo que asegura un inglés en la final. Será el mismo duelo que en las semifinales de 2005, cuando ganaron los reds, al fin campeones aquel año.
Son días de gloria para el fútbol de las islas, encumbrado estos días en la máxima competición continental. Un italiano o un alemán serán los extraños en la penúltima ronda del torneo. En el otro lado del éxito, España se mira el ombligo y se pregunta qué ha pasado.
El Barcelona, vigente campeón, dijo adiós en Anfield. Eran los octavos de final. Idéntica estación en la que murió el Real Madrid, esta vez en Múnich. Sobrevivió como pudo, ante el Inter, el grupo de Quique Flores, que finalmente ayer agachó la cabeza para dejar paso al Chelsea.
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